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martes, 22 de diciembre de 2009

Cuba: la CIA quiere agentes a su alcance
A sus agentes en Cuba la CIA quiere proveer una tecnología de comunicación de última generación que permite comunicar “globalmente”.
La CIA tiene una amplia experiencia del uso de telefonos satelitales para sus operaciones clandestinas.

A sus agentes en Cuba que se benefician de los servicios de enlace del mayor “contratista” de la USAID en la Isla, Development Alternatives, Inc. (DAI), la CIA quiere proveer una tecnología de comunicación de última generación que permite comunicar “globalmente”, confirmó por advertencia un portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley.

Preguntado en conferencia de prensa acerca de la detención de un infiltrado de la DAI que se dedicaba, con visa de turista, en proveer ”teléfonos celulares” a sus contactos, si esto “incluía a equipos tales como GPS y teléfonos satelitales”, Crowley declaró textualmente: “Pienso que se trata de comunicar globalmente”.

Minutos antes, el mismo portavoz decía, de manera más conforme con la retorica preorientada, que Estados Unidos deseaba ``proveer y ayudar a grupos a desarrollar la capacidad para interconectarse y comunicarse''

DESDE LOS HMONG HASTA LOS PASHTUS

La CIA tiene una amplia experiencia en el uso de los teléfonos satelitales en sus operaciones en el mundo entero.

Los pequeños aparatos que permiten comunicarse desde cualquier punto del planeta con los que pagan la cuenta, que sea directamente en Langley, Virginia, u otro punto de enlace, se han aparecido desde ya varios años en zonas donde la inteligencia norteamericana busca penetrar.

Reportes de prensa cuentan como los guerrilleros Hmong de la selva lao han sido provistos en tecnología satelital por la CIA tal como controvertidos grupos terroristas de Pakistán.

El primero de junio de 2002, un articulo muy bien documentado del Los Angeles Times ("Operation Enduring Payouts", por Rone Tempest and Bob Drogin), describía como agentes de la CIA empezaban una negociación con el potente jefe de clan afgani Haji Mohammed Zaman poniendo en la mesa 10 000 dólares en efectivo y un teléfono satelital de marca Thuraya.

En la misma operación, los agentes entregaron a sus “contratistas” pashtus unos cuantos “paquetes de dólares y de rupias – la moneda local – “así como teléfonos satelitales”.
No es que un aparato Thuraya o Irridium sea barrato: cada uno, en los mejores casos, valen sus 1 500 dólares sin hablar de los costos de conexión y el minuto de uso.

Cuando el teléfono celular normal es libremente accesible en Cuba a un costo siempre más razonable y que se puede perfectamente comunicar de esta forma con cualquier parte del mundo – ¡hasta con rebajas! - la pregunta que surge es sencilla: ¿quién paga la cuenta de tales equipos, fuera de frontera?

“POR ENCIMA DE LA LEY DE ACCESO A LA INFORMACIÓN”

Interceptar comunicaciones telefónicas satelitales es una tarea casi imposible, dicen los expertos, por toda una serie de factores. ¿Que comunicaciones “humanitarias” tan secretas pretende entonces ocultar la USAID y la CIA.

Ya en el 2008, la llamada Agencia para el Desarrollo Internacional promovía el envío clandestino de material electrónico a la Isla a través de contratistas – se hablaba entonces de europeos y latinoamericanos - que realizarían el trabajo sucio que no puede legalmente desarrollar. El plan, por supuesto, favorecería los viajes de agentes de la CIA en el país para realizar "evaluaciones en el terreno".

La USAID garantizaba abiertamente a sus contratistas que sus actividades nunca sean divulgadas, “por encima de la ley FOIA de acceso a la información”.

Se subrayó entonces la necesidad de hacer llegar a Cuba, a través de aquellos intermediarios, "panfletos de propaganda, celulares y equipos de comunicación modernos".

Con un lenguaje que corresponde a un operativo de misión de espionaje, el jefe para América Latina de la agencia, el colombiano José R. Cardenas, ex directivo de la mafiosa Fundación Nacional Cubano Americana, confesaba que "resulta difícil" introducir materiales en la Isla y por lo tanto indujo que el trabajo había que "hacerlo de forma clandestina".

Su brazo derecho, una tal Grigsby añadió al carácter altamente secreto de las tareas designadas, precisando que si existieran solicitudes de desclasificación de documentos en virtud de la Ley de Libertad de Información (conocida como FOIA), la USAID "solo emitiría "un resumen general" y "mantendría el secreto" de los detalles de los programas de cada ONG, pues se trata de "materiales secretos".

Anthony Christino III del Buro de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio se refirió, en esta misma confesión colectiva, a la "necesidad" de enviar “computadoras y software” a Cuba, para lo cual sus servicios “facilitarían” licencias.

Clara Davis, la perla de la OFAC, propuso por su parte licencias de viajes, dejando claro que se utilizarían las licencias llamadas “humanitarias” para la infiltración de agentes con la cobertura de proyectos vinculados a la salud pública, el medio ambiente e "iniciativas específicas".

LA DAI TAMBIEN TIENE CADAVERES EN EL CLOSET

Desenmascarada por el GAO (la oficina federal de auditoría) que descubrió como sus contratos en relación con Cuba se distribuyan a los amigos sin la menor licitación, la USAID ha buscado como limpiarse la imagen en la distribución de los millones del contribuyente.

Sin embargo, en el tema de la probidad, no es cierto que la firma DAI es el mejor socio con quien exhibirse.

La DAI tuvo, a finales de 2005, que pagar 1.2 millones para resolver una grave violación de la ley sobre las facturaciones fraudulentas (False Claims Act).

Auditorias habían revelado que DAI - que ahora evoca su integridad en sus declaraciones - había sobrefacturado USAID en tres oportunidades en el marco de contratos millonarios con la agencia.

La DAI usó entonces en proyectos “humanitarios”, en particular en Bosnia-Herzegovina, su subsidiaria llamada MAS International.

A pesar de este delito flagrante, DAI conservó su relación con la USAID para seguir predicando en el mundo las virtudes del capitalismo.

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