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jueves, 25 de noviembre de 2010

Kirchnerismo y alternativa política

Julio Gambina

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"El escenario político argentino se modificó tras la muerte de Néstor Kirchner, y abrió un debate sobre la resolución popular de la crisis política existente en el país"

Resumen Latinoamericano/Prensa de Frente - El escenario político argentino se modificó tras la muerte de Néstor Kirchner, y abrió un debate sobre la resolución popular de la crisis política existente en el país, y que en los días previos se procesaba en el repudio por el asesinato de Mariano Ferreyra a mano de la patota de la Unión Ferroviaria y la complicidad policial. El problema de la crisis política se sustancia en la confrontación entre las clases dominantes y los sectores populares, siendo el dato relevante la profunda desarticulación del movimiento popular, confirmando un cuadro de aguda crisis de alternativa política.

Desde el kirchnerismo se desarrolló una fuerte iniciativa para capturar voluntades individuales y colectivas a su proyecto de normalización capitalista enunciado en la asunción del turno presidencial en mayo del 2003. Una primera prueba se sustanció en la capacidad de renovar el turno presidencial en 2007, duplicando la votación original. El capitalismo local parecía transitar un nuevo ciclo de normalización, con economía en ascenso y consenso electoral a la política de gobierno. En el movimiento popular se suscitó un debate sobre el carácter del gobierno, donde una parte de la resistencia de los 80´ y 90´ decidía subordinar su estrategia a la hegemonía política liderada por Kirchner. La argumentación señalaba que a la izquierda del mismo solo había un muro y que el kirchnerismo, nueva identidad emergente, era el límite de la acumulación de poder popular.

Hubo dos importantes acontecimientos que exacerbaron la discusión sobre el tema. Una fue el conflicto a propósito de la resolución 125 y la otra fue la lectura de las elecciones de medio turno en junio del 2009. En la primera se consolidó una ruptura con una parte del bloque en el poder, que hasta entonces acompañaba como principales beneficiarios de la política de dólar competitivo para las exportaciones. En la segunda, el impacto se sintió en descontento electoral en las principales ciudades del país, y especialmente en las provincias de Buenos Aires (encabezó Kirchner la lista de Diputados nacionales) y en Santa Cruz (distrito con pocos electores, pero expresión del origen del ascenso político). La respuesta del proyecto en el gobierno, igual que en la primera etapa (2003-2005), fue avanzar en la disputa del consenso asumiendo parte del programa popular. En el inicio del gobierno de Néstor Kirchner fue la reforma a la Corte, la anulación del punto final y la obediencia debida, entre otros asuntos; y luego de la crisis del 2008 ocurrió con la asignación universal, la estatización de las AFJP, el matrimonio igualitario, o el futbol para todos.

Pero debe completarse la lectura de la identidad del kirchnerismo, la que se construyó desde el propósito original de “reconstruir el capitalismo nacional”, para lo que acudió a la constitución de un sujeto social y político afín, transitando por la transversalidad, la concertación y un eje central en el PJ, su estructura en el gobierno y en la CGT hegemonizada por el sindicato de camioneros.

El capitalismo de los 70 devolvía una hegemonía sindical asentada en la producción, en la metalurgia, y ahora, en los servicios, el transporte y los camioneros. Cada apuesta (transversalidad, concertación y pejotismo, cegetismo) se realizó en simultáneo, lo que facilitó el acercamiento de sectores de izquierda y partes del movimiento popular (sindical, derechos humanos, religioso, intelectual). El kirchnerismo incluía así, a parte impresentable de la burocracia política y sindical, junto a una tradición “progre” de la política nacional.

Un interrogante sigue siendo la preeminencia de uno o de otro de los sectores políticos que se agrupan en el kirchnerismo, claro que con los límites que impone el régimen del capital. Es que el problema a resolver continúa siendo la crisis de alternativa política, que no puede resolverse en una disputa al interior del bloque en el gobierno que incluye una estrategia de pacto social entre el gobierno, los empresarios y el sindicalismo en la CGT para hacer “normal” el funcionamiento del sistema, alejando la conflictividad.

El capitalismo local, trasfondo sobre el que actúa la política, profundiza su núcleo en la acumulación de carácter primario exportador, con soja, minería y recursos naturales, junto a una industria subordinada, y confirmado su estrategia transnacional, con creciente peso del capital externo. Ese es el camino que se confirma con la participación del gobierno en el G20, principal ámbito colectivo del poder mundial para resolver dentro del capitalismo la crisis de la economía mundial. El capitalismo local condiciona los acuerdos regionales en el límite de la Unasur, con aptitud para parar la división territorial boliviana, pero impedida de rechazar las bases militares estadounidenses en Colombia.

El ámbito de integración global sigue siendo el Mercosur y la reapertura de negociaciones de libre comercio con Europa, gestión liderada con la presidencia regional de Cristina Fernández, demorando y/o postergando iniciativas como el Banco del Sur, la nueva arquitectura financiera regional, la investigación de la deuda (nuevamente postergada con el anuncio de negociaciones para cancelar deuda con el Club de París), el retiro del CIADI y mucho menos una decidida articulación con los países del ALBA que enuncian el rumbo socialista.

El desafío para el movimiento popular se construye en la recuperación de la CTA. Situación que empezó a resolverse en las elecciones inconclusas de septiembre pasado, si es que se mantiene la iniciativa política enunciada en el paro nacional ante el asesinato de Mariano Ferreyra, o las movilizaciones por el 82% de las Jubilaciones, y especialmente si se consolida la iniciativa política para conformar un movimiento político, social y cultural de liberación encarnado en la constituyente social. Es uno de los caminos a transitar para resolver la crisis de alternativa política.

* El autor es es Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas (FISYP) e Integrante del Comité Directivo del consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.

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