Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.

sábado, 26 de febrero de 2011

ALEPH, Pueblos en movimiento

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México nos dice: en tan sólo seis meses entre los años 2008 y 2009 se produjeron 9 mil 758 secuestros de migrantes, y se calcula que, anualmente, hay 20 mil raptos de este tipo en territorio mexicano. Asociado a esto, en mayo del 2010, en una mina abandonada de Taxco, Guerrero, fueron hallados 55 cuerpos de migrantes. Dos meses después, otros 51 cadáveres aparecieron cerca de Monterrey.



En agosto del mismo año, 72 migrantes fueron hallados muertos en Tamaulipas y el 16 de diciembre recién pasado ocurrió el asalto y secuestro de unos 50 migrantes centroamericanos. Alrededor del 21 de diciembre del 2010, las autoridades de Oaxaca reconocieron otro hecho similar. Por ello, más de un migrante ha llamado a México “el cementerio de los centroamericanos”.

Con esta música de fondo, ayer se aprobó en el Senado mexicano el dictamen de la Ley de Migración, con 84 votos a favor y 16 en contra. El voto final será hoy. A este dictamen y su posible aprobación, han reaccionado varios grupos de la sociedad mexicana, entre ellos, uno constituido por 40 mujeres y hombres, dirigentes de organizaciones de migrantes, académicas y académicos, activistas, empresarios y religiosos. Cito una parte del pronunciamiento:
“La reforma más saludable y visionaria para México en el campo migratorio sería documentar y entregar permisos de tránsito a migrantes de Centroamérica y de otras regiones que buscan ingresar a Estados Unidos desde territorio nacional. Para dar idea de su orientación y alcance, la nueva legislación podría titularse Ley de seguridad humana y desarrollo en el ámbito de la migración.” Y continúan: “México es uno de los países donde más se violan la dignidad y derechos de los migrantes. (...)Es un país donde la delincuencia organizada, la corrupción y la impunidad asociadas al fenómeno migratorio hacen un grave daño al cumplimiento de la ley, a la seguridad de personas y comunidades, y a la autoridad moral de la nación. (...) De ahí que la Iniciativa para crear una Ley de Migración (….) ofrezca al Poder Legislativo una singular oportunidad para sacar a México del atraso y horror migratorios en que se encuentra.”

Sin embargo, identifican vacíos en la ley. Esta considera a la seguridad humana de los migrantes distinta a la seguridad pública y subordinada a ésta; ignora que la seguridad humana de los migrantes representa la estrategia efectiva para preservar la seguridad pública en el ámbito migratorio; pretende cerrar las fronteras sur y norte a la migración indocumentada de Centroamérica y de otras regiones, y aunque parezca increíble, cerrar la frontera norte a las mexicanas y mexicanos que van sin papeles y por lugares no “destinados” o “designados”; permite deportar a migrantes por el simple hecho de trabajar sin tener autorización para ello, multa a migrantes temporales y permanentes “que no informen a las autoridades migratorias de cambios a estado civil, domicilio o lugar de trabajo, o lo hagan extemporáneamente” y sanciona “a cualquier particular que reciba en custodia a un extranjero y permita que se sustraiga del control del INM.”
La pregunta que hace el movimiento migrante mesoamericano, otro grupo que se ha pronunciado, me parece justa: “¿Por qué México se comporta como si fuera un país receptor de migrantes mientras que es un país expulsor de los propios y torturador de los ajenos?” Y piensa una: en este tiempo en que todos somos pueblos en movimiento, por qué México no tiende sus ojos más al sur en vez de replicar miméticamente las políticas del norte?

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