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sábado, 30 de abril de 2011

Hugo Chávez, Fidel, Evo y Correa no construirán el socialismo del siglo XXI

Heinz Dieterich 
1. Fin de la esperanza estatal. La gran esperanza de que Hugo Chávez, Fidel, Evo y Rafael Correa fueran la vanguardia estatal que ayudara a los pueblos y científicos a crear el nuevo modo de producción del socialismo del siglo XXI, se ha desvanecido. Ninguno de los cuatro presidentes ha hecho un esfuerzo serio para avanzar la alternativa anticapitalista del siglo XXI y ninguno lo hará. Han ayudado a cambiar conciencias y estructuras de la sociedad, pero no darán el paso de vanguardia hacia el S21. Este paso vendrá de la mano de una nueva vanguardia mundial que sepa integrar la lucha por el estado de derecho y el estado social con la construcción del socialismo del siglo XXI.

Por la importancia pública de este ensayo les pedí a diez revolucionarios de América Latina, entre ellos cuatro excombatientes populares de cuatro países, que lo comentaran. Todos coincidían en la necesidad de su publicación tal como está, menos un excomandanteguerrillero quién me escribió: “Fidel no debería estar ahí.”

2. Hugo Chávez: cambiando Samanes por Cabellos. Cuando conocí a Hugo Chávez en 1999 decidí apoyarlo, porque me parecía un hombre honesto, democrático y nacionalista. No me equivoqué. Al transcurrir el tiempo hizo muchas cosas positivas para el país y para las mayorías. Y cuando asumió públicamente el discurso del socialismo del siglo XXI en 2005, lo valoré como un posible aliado en la vanguardia de la sociedad poscapitalista del futuro. La doble estrategia, el desarrollismo nacionalista-regional y la creación de la economía de equivalencias, iban a ser el camino.

Sin embargo, ciertas circunstancias, la debilidad teórica de Chávez y las fuerzas anticomunistas de la nueva clase política “bolivariana”, encabezadas por su jefe hegemónico Diosdado Cabello, lograron desviarlo de la ruta revolucionaria. Cambió Samanes por Cabellos y hoy día no queda más que una retórica “socialista” sin contenidos ni sentido, y un desarrollismo mal ejecutado.

Mientras Chávez anda por los caminos de Luis Bonaparte –ver el “18. Brumario” de Marx– Cabello nos regala dos perlas del “hombre nuevo”, que ilustran el futuro del “socialismo cristiano y bolivariano” de Venezuela. “En una revolución madura, donde todos tengamos un nivel de conciencia justo, no debería haber elecciones internas, porque éstas son un método burgués que nos han inyectado. Lo que debería funcionar es la cooptación.” Nada de qué preocuparse, entonces: la Cosa Nostra está en buenas manos. Y el anticapitalismo también. Nos lo traerán los ángeles inmaculados en un par de décadas: “Ojalá dentro de poco nos sustituyan jóvenes no contaminados, sin pecado original, formados en Revolución para que siga habiendo alternativa al capitalismo dentro de 20 o 30 años.”

3. Evo Morales. El principal freno estatal al socialismo del siglo XXI en Bolivia, el equivalente a los Cabellos en Venezuela, es el vicepresidente Álvaro García Linera. Evo Morales es, al igual que Chávez, un hombre comprometido con los pobres, democrático y nacionalista. Su ideal de una sociedad justa se basa en la idea de la reciprocidad, tal como ha sobrevivido muy precariamente en los antiguos ayllus y comunidades campesinas de la sociedad andina. Tal patrón no sirve, como es obvio, para organizar una sociedad moderna.

Ahí entra en la escena García Linera. Un intelectual brillante en lo abstracto, pero con poca capacidad política. Su praxis se basa en el credo, de que en los países andinos sólo se puede realizar el “capitalismo andino”, no la doble estrategia del desarrollismo-socialismo21. Por eso no fomenta la formación de cuadros socialistas revolucionarios, sino que abre las facilidades de la Vicepresidencia a los ideólogos socialdemócratas y confusionistas del imperialismo, como Toni Negri. Negri, cuyo principal mérito político-intelectual consiste en haber copiado de la obra de Napoleón le petit (Luis Bonaparte) de 1844, L´ Extinction du Paupérisme, la idea de que la sociedad moderna se gobierna sobre masas, no clases: “Aujourd'hui, le règne des castes est fini: on ne peut gouverner qu'avec les masses”. He ahí las famosas “multitudes” de Negri, “posmarxista” como García Linera, promotor del imperialismo de la Unión Europea y sostenedor de la tesis de que el Estado nacional “es una mierda”, como dijo cuando llegó a Bolivia.

Por razones tácticas, García Linera habla a veces del “socialismo comunitario”, que se puede lograr “pacíficamente” en Bolivia”. Su nebulosa definición –"es el reencuentro entre la sociedad política y la civil, que se caracteriza por un respeto supremo a la vida y la naturaleza y un apego a la comunidad"–, deja claro, que con el posmodernismo instalado en la Vicepresidencia de Bolivia no se instalará el nuevo socialismo en ese país.

4. Rafael Correa. Rafael Correa es un excelente economista. Entendió sin mayor problema el punto teórico más difícil de la nueva civilización, la economía de equivalencias. Cuando le propuse que hiciéramos un equipo de investigación internacional para identificar los valores (time inputs) de la economía ecuatoriana, que es el primer paso hacia la economía socialista, coincidía plenamente. Dijo que el estudio podía realizarse en la empresa petrolera del Estado y que le “encantaría, como investigador científico, participar en el grupo”.

En un nuevo encuentro con él y Ricardo Patiño, le presenté la propuesta, en la cual se incluía la invitación de científicos, logística, etcétera. Autorizó el seminario internacional y dijo que lo organizaría con el ministro de Planificación, Fander Falconí. Allí terminó el avance.Falconí era el típico yuppie universitario liberal, colocado equivocadamente en un puesto estratégico del aparato de poder. Falconí, que no es un hombre de derecha como Cabello, sino un liberal como García Linera, saboteó el proyecto y la orden del presidente. Cuando Correa finalmente lo destituyó, por la ineptitud mostrada en negociaciones ecológicas con el gobierno alemán, Patiño se convirtió en el hombre fuerte del gabinete. Activista de izquierda de Guayaquil, conocido de muchos años, no ha retomado la iniciativa. De vez en cuando hace encuentros light sobre el socialismo del siglo XXI, pero nada serio. Algún día tendrá que explicar por qué no usa el espacio público que tiene a su disposición, para la causa anticapitalista.

5. Fidel Castro. Fidel afirmó el año pasado que “…entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo…”. Esa aseveración es obviamente falsa. Marx y Engels sabían con absoluta claridad que el socialismo sólo puede ser la autodeterminación del ser humano. Einstein repetía esa verdad: el socialismo sólo puede funcionar con un “contrapeso democrático al poder de la burocracia”. Noam Chomsky ha sostenido toda su vida que no existe socialismo, porque no hay ninguna sociedad en la cual “los trabajadores determinen la actividad económica”. El precio político que pagó fue el ostracismo de los “países socialistas” y Partidos Comunistas, que durante décadas lo desconocieron sistemáticamente.

Las mentes más preclaras de la humanidad han recalcado enfáticamente que la esencia del socialismo es la autodeterminación democrática de los ciudadanos. Y los revolucionarios soviéticos y europeos (Falin, Ryschkow, Modrow et al.) han enfatizado, que la URSS se estancó y colapsó, porque no logró transitar del modelo estalinista –antítesis de la autodeterminación democrática– al socialismo del siglo XXI. Hace décadas también que la Escuela de Bremen y la de Escocia descubrieron el modo de producción del socialismo21 (Peters) y su construcción vía la teoría del valor (Stahmer, Cockshott, Cottrell). Es evidente, entonces, que la afirmación de Fidel es falsa y que hay aportes significativos que permiten la evolución del socialismo del siglo XX hacia su fase superior, el socialismo del siglo XXI. Si Fidel piensa que la difícil situación de Cuba y su status político no le permiten discutir lo evidente, debería expresarlo. El avance de la causa anticapitalista requiere transparencia.

6. Una nueva vanguardia mundial. Por sus meritos en la lucha antimperialista y su preocupación por los pobres hay que apoyar a los cuatro presidentes progresistas. Pero, hay que verlos en su justa dimensión histórica. No son ni serán la vanguardia de la nueva civilización. Por eso, hay que liberarse de la idea de que ellos serán los líderes de la construcción del socialismo del siglo XXI. Esa tarea recae en los pueblos, la ciencia y las nuevas vanguardias políticas que va pariendo la historia.

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