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miércoles, 23 de enero de 2013

Se agota la moneda Eagle de plata en EU y Azerbayán repatria su oro de JP Morgan


Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme
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Un empleado del Deutsche Bundesbank examina una barra de oro con un dispositivo ultrasónico durante una conferencia de prensa en Francfort la semana pasadaFoto Reuters

Mientras se intensifica la guerra global del gas, uno de cuyos teatros es el muy cantado efecto dominó de Libia-Malí-Argelia, son momentos trepidantes de las geofinanzas, cuando se perfilan nuevos posicionamientos después del estruendoso anuncio de la repatriación del oro alemán (segunda reserva mundial) de las bóvedas de la rama neoyorquina de la Reserva Federal –a siete extensos años–, de su quinta parte supuestamente depositada, y cuya existencia es cada vez más puesta en tela de juicio (ver Bajo la Lupa, 20/1/13).

El surrealismo se ha apoderado de personalidades políticas y financieras de primer nivel quienes exigen una independiente auditoría formal (válgase la tautología) para cerciorarse de la existencia física del legendario oro de Fort Knox.

Las reverberaciones son vibrantes desde Estados Unidos hasta Azerbayán.

En Estados Unidos se suspendió en forma dramática la acuñación de la moneda de plata Eagle hasta el 28 de enero, al haberse disparado la demanda. El día de la suspensión se habían vendido un millón de monedas (6 millones en el lapso de dos semanas).

No tendrá mucho efecto en los mercados por su relativa insignificancia, pero cobra relevancia simbólica en la coyuntura presente, cuando la república islámica de Azerbaiyán (potencia gasera/petrolera nada despreciable) ha iniciado la repatriación de su oro de las arcas muy controvertidas del banco de inversiones JP Morgan: primer tenedor de los especulativos derivados financieros del planeta (¡que sólo supera el PIB global en forma insólita!).

Por el momento, el Fondo de Petróleo Estatal (SOFAZ, por sus siglas en inglés) de Azerbayán solamente retiró una magra tonelada áurea del almacén de JP Morgan en Londres, para colocarla en las bóvedas caucásicas, más seguras, del banco central de Bakú (su capital).

El problema no subyace en la microscópica repatriación del oro azerí, sino en su efecto imitativo, que la sesgada prensa anglosajona califica de contagio, como si fuera una enfermedad, en lugar de una loable curación a las metástasis del incurable cáncer de la desregulada globalización financierista anglosajona.

Para escrudiñar la verdadera evolución de las geofinanzas, una de las obligadas gráficas a seguir es la tenencia de las reservas auríferas de los países, según las estadísticas del muy solvente Consejo Mundial del Oro (WGC: www.gold.org), que son imprescindibles para sopesar dialécticamente la delicada situación global.
Un estudio de investigación muy atractivo del WGC versa sobre El oro, el renminbi y el sistema de reservas de multi-divisas, que un servidor entronizaría más correctamente, por su ineludible connotación geopolítica, como sistema multipolar de divisas.

WGC cita al Foro de Instituciones Oficiales Financieras y Monetarias (OMFIF, por sus siglas en inglés): La demanda del oro probablemente se incrementará conforme el mundo se encamina a un sistema de reserva de multi-divisas bajo el impacto de la incertidumbre sobre la estabilidad del dólar y el euro, los principales activos que poseen los bancos centrales y los fondos soberanos de riqueza (WSF, por sus siglas en inglés).

El inédito sistema multipolar de las divisas en vías de formación, a mi juicio, representa un genuino sistema 
tripolar (hasta nueva orden): el dólar, el yuan y el euro (si no es balcanizado antes por las plazas financieras anglosajonas de La City y Wall Street y ahora por la trampa plantada de Al Qaeda en el Sahara/Sahel), donde salen sobrando los sobredimensionados yen nipón y libra esterlina, que todavía el agónico FMI conserva anacrónicamente como insustentables divisas de reservas del ancien régime.

De hecho, son pocas las divisas que cumplen con los mínimos requisitos para su intercambio global.
Se fragua, by the time being, más que un nuevo orden geofinanciero –sea bipolar (sin el euro) o tripolar (con el euro)–, un ajuste inevitable con la llegada de un tercer invitado: el resplandeciente renminbi.
A colación, los jerarcas rusos abogan por un sistema hexapolar de las divisas (Bajo la Lupa, 21/7/10), donde agregan a la tripolaridad conocida (dólar, euro y renminbi) el rublo, el dólar australiano y el dólar canadiense (por sus materias primas).

Por cierto, Rusia prepara un plan contra la guerra financiera de Occidente (Russia Today, 21/1/13), cuando la Academia Rusa intenta blindarse ante un desplome deliberado del petróleo, que la hace muy vulnerable debido a la dependencia de la economía rusa de las divisas extranjeras (léase: el dólar y el euro).

OMFIF considera que empujado por el deseo de China de aumentar su influencia financiera, el renminbi es probable que emerja gradualmente (¡súper sic!) como una genuina divisa internacional conforme Pekín levanta las restricciones sobre su uso en transacciones e inversiones foráneas, pero es improbable que represente una amenaza inmediata al dólar. ¡De acuerdo!

El gradualismo se adapta más a la cosmogonía china, ya no se diga su realismo geoconómico, cuando pronto superará al Atlántico norte sin necesidad de disparar una sola bala. El peligro proviene de los sectores neoliberales teológicos de la banca anglosajona, que buscan provocar una tercera guerra mundial –más en la región norasiática que en el Medio Oriente, al cual abandonaron a su trágica suerte de las llamas que incendiaron–, para preservar sus privilegios.

A propósito, el portavoz oficioso de los intereses neoliberales hiperradicales de La City, Ambrose Evans-Pritchard (The Daily Telegraph, 17/1/13 y 21/1/13), maniobra entre el retorno al patrón oro (en sincronía a la hegemonía del dolarcentrismo) y el hoy ominoso laboratorio de experimentación que se escenifica en Japón, lo cual ya empezó a provocar turbulencias globales, mediante la guerra de las divisas: devaluación artificial del yen nipón para estimular sus alicaídas exportaciones, al unísono de polémicas medidas fiscalistas y monetaristas.

Muy sensato por esta vez, OMFIF sentencia que el mundo se encamina a las aguas sin navegar de un sistema de reserva de multidivisas durable (sic), donde el dólar compartirá su papel pivote (¡súper sic!) con un rango de otras divisas, que incluyen al renminbi. ¡También de acuerdo! ¿Cuáles serán esas otras divisas que no cita OMFIF?

Lo interesante radica en el prólogo de lord Meghnad Desai, presidente del Consejo Consultivo del OMFIF, quien sopesa varios escenarios entre 2013 y 2018, entre los cuales se encuentra una plena (¡súper sic!) crisis con el fin (¡súper sic!) del euro o, en su defecto, su recuperación (sic): en cualquier caso, el papel del oro será más significativo.

Lo incontrovertible, por lo pronto, yace en el cada vez más relevante papel del oro, que no necesariamente suplirá a todo el sistema, debido a que no existe suficiente cantidad en el planeta.

Aquí es donde pueden coparticipar los otros metales preciosos como el platino, el paladio y la plata, lo cual beneficiaría al México eterno (primer productor mundial), siempre y cuando recupere su control despojado por los piratas anglosajones por la vía de Canadá sin ningún beneficio a cambio; ni siquiera de visas.
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