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martes, 27 de mayo de 2014

En Canadá, un movimiento ciclista nace para defender las vidas en dos ruedas


La muerte de Mathilde Blais, atropellada por intentar respetar el reglamento de tránsito, desató las exigencias de los ciclistas para que mejoren las condiciones en que circulan y haya mayor respeto a sus vidas.

Alexandre Beudoin
Foto: Nathalia Guevara Jaramillo


Canadá. Como resultado de la muerte de Mathilde Blais, una ciclista atropellada en su empeño por respetar los reglamentos de tránsito, un movimiento de usuarios de bicicletas presiona a las autoridades para mejorar las condiciones viales y ya consiguió algunas medidas concretas que, sin embargo, no son suficientes para asegurar sus vidas.
El pasado 28 de abril, Mathilde Blais, una ortofonista y trabajadora de una escuela primaria de la ciudad de Montreal, quiso respetar la ley que prohíbe a las ciclistas utilizar la acera, incluso para cruzar uno de los seis viaductos que atraviesan el barrio de Rosemont -a los que se denomina “túneles de la muerte”. Las calles dan testimonio de un invierno difícil y de una administración municipal desorganizada e incompetente. Hace unos veinte años, los niños llamaron a los agujeros que se encuentran en el asfalto “nidos de gallina”. Ahora se escucha la expresión “nidos de guajolotes”, para referirse a estos mismos baches.
Mathilde Blais quiso respetar el reglamento que le prohíbe compartir la acera con peatones, pero que la obliga a compartir el camino con motocicletas, autos y camiones. Quizá los automovilistas pasaron apresurados a su lado y, además, ella tuvo que zigzaguear entre tantos nidos de gallina y de guajolote, cuando pasó un camión que la atropelló a las 6:40 de la mañana. Falleció de inmediato.
Vivo en la ciudad de México desde hace ya varios años. Antes de asentarme en la megalópolis, usé mi bicicleta a diario -desde los últimos días del invierno hasta los primeros del invierno siguiente. He pedaleado en medio de tormentas de viento, de lluvia y de nieve, y no soy el único. La mayoría de quienes viven en Montreal y que no son hijos de familias millonarias conocen esta realidad.
Estos años de vivir en una ciudad en la que la vida de ciclistas y peatones no vale gran cosa hicieron que, cuando regresé a Montreal, tuviera la impresión de que existe una cierta armonía entre usuarios motorizados y no motorizados. Tuve que cavar un poco más hondo en algunos recuerdos para recordar que, una vez, pensé en que la relación entre ciclistas y automovilistas en Montreal se parece más a una guerra abierta que a una convivencia armoniosa.
Es cierto que en Montreal, la relación de fuerza no se lleva a cabo tan descaradamente a favor de los [1] automovilistas como en la Ciudad de México. Por lo tanto, la actitud de los ciclistas puede ser más bélica. Esto permite a los automovilistas obviar el hecho de que circulan en armas de destrucción masiva de cuatro ruedas y llegar incluso a apropiarse del papel de víctimas.
El accidente en el que perdió la vida Mathilde Blais indignó a todos, ya que fue precisamente su empeño en respetar los reglamentos de convivencia vial que causó esta tragedia. Estas reglas no están adaptadas a una realidad de la cual los ciclistas forman parte desde hace décadas.
Una semana después de la muerte de Blais se hizo una vigilia en su honor, en el lugar preciso donde fue atropellada. Allí se lanzó el siguiente mensaje: “¡Queremos un lugar seguro para los ciclistas, para que nunca más un incidente como éste vuelva a suceder! Cada año, hay ciclistas lesionados [2] por puertas abiertas de carros estacionados, nidos de gallinas, coches y camiones”.
El naciente movimiento ya consiguió que las autoridades municipales redacten un plan para mejorar la seguridad vial para los ciclistas en los túneles de Montreal. En él se contemplan medidas como reducir el límite de velocidad y prohibir que los camiones circulen en el carril derecho, entre otras. Este plan se enfrenta a la oposición de la Asociación de Camionaje de Québec, que insiste en que las disposiciones son improvisadas y causarán efectos secundarios: “¿Acaso se pensó en los efectos secundarios de tal medida, a pesar de sus virtudes? Cada vez que un camionero llegue ante un viaducto, entrará en pánico porque tendrá que meterse rápidamente al carril izquierdo para no cometer una infracción”, explicó la organización.
Los camioneros no son los únicos adversarios del movimiento de ciclistas que surgió luego del accidente. Las compañías dueñas del ferrocarril, Canadian Pacific Railway y Canadian National Railway, siempre se muestran indiferentes a los inconvenientes causados por sus viaductos, la ausencia de pasos peatonales, así como la prohibición para los transeúntes de cruzarlos, lo que les obliga atravesar a pie estos lúgubres espacios, que merecieron el apodo de “túneles de la muerte”.
La demanda de los ciclistas no se limita a los túneles y los viaductos, sino al conjunto de la red vial de Montreal. Por lo tanto, la lucha no termina aún. El pequeño movimiento de ciclistas que surgió después de esta tragedia consiguió, en muy poco tiempo, generar un debate que ya desemboca en medidas concretas.
25 de mayo 2014

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