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martes, 28 de octubre de 2014

Mirando a Alberta: Petróleo



Días atrás presenciamos la esperada caída de los precios de las bolsas de valores, convertidas hoy más que nunca en un verdadero casino de apuestas. Y junto con la caída de los valores de la bolsa vino el desplome del precio del petróleo, una baja que puede dure tiempo, y que se habla de que ha de beneficiar a los países compradores de hidrocarburos e incluso a quienes lo producen pero tienen igualmente que comprar fuera porque no producen suficientes para abastecer su consumo. La caída del precio perjudica sin duda a productores y exportadores de petróleo y, algunos curiosos, se plantean las preguntas lógicas a qué se debe esta caída de precios. Pero mucho antes que aparezcan respuestas racionales se asoman damas y caballeros de la farsa dando explicaciones sin ningún sentido. No faltan los analistas que cuentan con medios periodísticos totalitarios al completo servicio de las élites, que lanzan las primeras explicaciones falsas y desinformaciones de todo tipo que son ampliamente difundidas, incluyendo algunas patrañas increíbles.

Por ejemplo, algunos dicen que el precio del petróleo ha bajado porque la OPEC está tratando de quitarle a Estados Unidos el mercado del petróleo de esquisto en Asia y Europa. Petróleo que según estos analistas Estados Unidos algún día va a exportar, lo que no puede ser más que una patraña porque Estados Unidos, si bien produce un poco mas de 8 millones de barriles de petróleo diarios con el de esquisto incluido, consume diariamente casi 19 millones de barriles de petróleo diarios, o sea que es un comprador de petróleo y no un exportador –de hecho es el mayor importador de petróleo del mundo y consume diariamente el doble de barriles de petróleo que China. 

Estados Unidos importa unos 8 millones de barriles diarios, cubre la diferencia entre su producción y su consumo con el condensado del gas natural –por eso, si no fuera por Canadá, Arabia Saudita, México, Venezuela y Nigeria sus principales abastecedores de crudo Estados Unidos colapsaría, si estos cinco países decidieran no venderle más petróleo a Estados Unidos el funcionamiento del país se detendría en un corto plazo, así es de simple. La otra espectacular mentira que ha lanzado la falsimedia es que la baja del precio del petróleo se debe al aumento de una preferencia por el consumo de energías renovables alternativas; esto es totalmente ridículo, imposible realmente, porque las energías alternativas no llegan al 4 por ciento del total de energía consumida en Canadá, Estados Unidos y Europa. Tampoco debemos olvidar que el petróleo es un recurso irremplazable por su complejo uso y que existe una total dependencia al petróleo en el mundo que vivimos. Los voceros de la falsimedia piden a coro que la OPEC –que organiza a los países productores de más o menos el 30 por ciento del petróleo mundial, llame a una reunión para tomar medidas de producción. Hablan de la misma OPEC que Estados Unidos, Canadá y Europa han continuamente desacreditado y difamado.

Cuáles son, entonces, las causas reales de la baja del precio del petróleo -baja que ha llevado a un descenso de más de 10 dólares el barril, promedio de los diferentes tipos de crudos en el mercado, en menos de un mes. Acaso una sea el enlentecimiento de la economía mundial que ha llevado a una disminución de la demanda de petróleo algo que la propia IEA (International Energy Agency ) ha expresado. Tampoco podemos olvidar la posibilidad de complot en la manipulación de los mercados como expresara el presidente ruso Vladimir Putin.

La baja de los precios del petróleo tiene consecuencias especialmente serias para los países productores de petróleos pesados, arenas bituminosas, petróleo de esquisto y de aguas profundas, dependiendo siempre de la calidad del crudo extraído en esos procesos. Aquí en la provincia de Alberta, Canadá, y en menor medida en la provincia de Saskatchewan, ambas productoras mayormente de petróleos pesados con alto costo de extracción y que requieren procesos de mejoramiento para convertirlos en crudos que son luego refinados. De estos petróleos no convencionales, el de más complicada producción de crudo es el que se extrae de las arenas bituminosas en el norte de la provincia de Alberta. 

Desde hace algún tiempo esta industria, que ha generado un auge en la economía provincial por segunda vez en 40 años, vive importantes contradicciones debido al costo de extracción que según las corporaciones se ha triplicado en los últimos 20 años. Considerando que las inversiones son unas de las más altas del mundo industrial, hasta la fecha se calcula en más de 200.000 millones de dólares incluyendo los oleoductos, no pueden ignorarse. Un barril de crudo de las arenas bituminosas, en general vendido como Western Canada Select, tiene un precio de aproximadamente 10 dólares menos que el Western Texas Intermediate, pero su costo de producción es de 60 a 80 dólares el barril, muy diferente costo que el del petróleo de Arabia Saudita o Argelia que cuestan entre 10 a 25 dólares el barril. Es por esto un problema grave para los productores de petróleo extraído de arenas bituminosas que el precio del barril de petróleo baje pues su costo es muy alto. Y es por esto que una baja del precio del petróleo mundial puede causar la cancelación de proyectos y forzar medidas para bajar gastos de operación de las plantas productoras, algo que seguramente ha de suceder también en otros lugares del mundo que explotan crudos de extracción costosa.

El gobierno Federal canadiense y el gobierno de la provincia de Alberta y representantes corporativos hace ya tiempo que buscan nuevos mercados para su crudo tanto como aumentar los mercados que tienen sea para el crudo o el pre-crudo de las arenas bituminosas. Han buscado mercados dentro de Canadá, hacia el este, tanto como fuera del país en Estados Unidos, Europa y Asia. En su afán han llegado a querer embarcar petróleo por el Puerto de Churchill en la Bahía de Hudson al norte de la provincia de Manitoba, desde donde se embarca actualmente buena parte del grano que Canadá exporta. Pero las empresas de transporte y operadoras del puerto no han aceptado hacerlo ya porque no tienen la capacidad específica o porque la ruta del ferrocarril es peligrosa y temen accidentes en el transporte de crudo. Obviamente no significa lo mismo transportar grano que petróleo.

El gobierno canadiense, federal y provincial, se ha puesto al completo servicio de las empresas petroleras pero no han logrado convencer a otros a favor de la construcción de oleoductos como el Northern Gateway, por ejemplo, un oleoducto hacia el Océano Pacifico para exportar petróleo a Asia, o como el proyecto de Keystone en la pradera de Estados Unidos, un oleoducto con dirección a Texas. Más factible seria la construcción de un oleoducto hacia el este canadiense, pero incluso este proyecto no ha sido aún posible debido a dificultades que tienen que ver con el medio ambiente o dificultades que tienen que ver con los costos de producción. Este último punto es siempre muy confuso y muy poco aclarado. Irónicamente fue durante tiempos de Pierre Trudeau Primer Ministro en los años 70 que el plan de usar el petróleo canadiense en Canadá y canalizarlo desde Alberta hacia el este emerge; fue creado con esta perspectiva de desarrollar el petróleo de Canadá para Canadá. 

Pero este proyecto Trudoniano fue virulentamente opuesto por las corporaciones petroleras entonces; y hoy, es resucitado por estas mismas corporaciones ya no como proyecto nacional sino en el contexto del imperialismo de la globalización, como una forma de asegurar mercados a las grandes corporaciones petroleras. Canadá produce más de 3 millones de barriles diarios, consume 1,5 millón y exporta casi 2,5 millones al tiempo que importa 700.000 barriles diarios de petróleo. Los números hacen visible una particular disfuncionalidad -resultado de una acción destructiva que los neoliberales canadienses favorecen en representación de los intereses corporativos desde los años 80 desde entonces destruyendo el proyecto de petróleo canadiense incluso la propia Petro-Canada desmantelada y hoy inexistente.

La provincia de Alberta ha atraído más de un millón de personas en los últimos 10 años alcanzando hoy una población de 4 millones de habitantes, en gran parte debido al crecimiento que las grandes inversiones en la explotación petrolera de las arenas bituminosas y a la inversión del gobierno provincial en infraestructuras y servicios, además de la expansión del comercio mayorista y minorista, finanzas, inmobiliario e incluso parásitos económicos vinculados a este aumento poblacional. Un alto nivel de desempleo muy bien camuflado y el aumento de empleo precario o mal pagado de gran parte del resto de Canadá ha atraído trabajadores e inmigrantes a la provincia de Alberta -desde la crisis industrial que en los años 70 cuando comenzó a cerrar fábricas y trabajos bien pagados que nunca se recuperaron, el crecimiento de empleo se ha dado en áreas de servicios no bien pagados y favoreciendo trabajos de tiempo incompleto bajo el lema de “flexibilización” laboral.

El poder económico y político está muy concentrado y en manos de la elite dominante que controla además la información, por lo que la mayoría de los habitantes del esta provincia y del país escuchan una misma voz, una misma ideología. En particular en Alberta el adoctrinamiento es tal que la población no puede ni siquiera imaginarse una baja del petróleo y cuando esta sucede tiene que imaginar que se debe a enemigos externos, no a la realidad de un mercado disminuido por la crisis económica y a elevados costos de producción que hacen que el petróleo de Alberta deje de ser competitivo. El Premier provincial también contribuye a mantener esa fantasía cuando explica que aunque hay preocupación por la baja del precio en el mercado la economía de Alberta “está blindada” -adjetivo muy usado por los y las fraudulentos optimistas. Si bien la vulnerabilidad de la economía provincial se hace crecientemente evidente, más vulnerable aún es la población de la provincia que vive una ilusión de eterno e imparable consumo. Individuos y familias participan activamente de un verdadero festín de consumismo, uno sin paralelos en la historia de esta provincia y en el presente de este país. La deuda promedio de una familia en Alberta es de 125.000 dólares con un aumento de más del 40 por ciento desde el 2013 (incluyendo la hipoteca y que más del 35 por ciento es arrendatario) y considerando que el promedio de endeudamiento en Canadá es de 72.000 dólares y que la deuda personal promedio en Alberta es de casi 40.000 dólares (sin incluir la hipoteca) y que compara con la deuda personal promedio en el resto del país que es de 24.200 dólares. Sin duda los albertanos gastan más de lo que ganan, reflejando la epidemia mundial de endeudamiento.

Cualquier respuesta que se dé a esta situación de baja del petróleo se acomoda a un marco de persuasión y propaganda. En Alberta, por ejemplo, un político o un representante de una empresa del petróleo puede presentarse, muy cínicamente, como admirador y hasta promotor de la protección del medio ambiente aunque obviamente representa a las corporaciones responsables de la destrucción de este. Las industrias de vehículos en Norteamérica continuamente expresan su interés por los autos eléctricos o los híbridos aunque en realidad estos representan apenas el 1 por ciento del total de automóviles vendidos en el mundo y aunque su meta fundamental es fabricar y vender vehículos de lujo, pesados y consumidores de enormes cantidades de combustible. Estos sin duda cuestan mucho más caros y producen mayores ganancias. Se ven por las calles de las ciudades de este país camionetas y suburbanas enormes, con motores casi de camiones, que se desplazan en la ciudad con un solo pasajero, el conductor. 

Son tan enormes que en los más de 35 años que vivimos aquí nunca antes habíamos visto similar. Nunca la grosería ha sido tan enorme ni tan flagrante, y la falsedad y el cinismo tan abierto. Otra falacia de estos personajes es expresar públicamente que su principal preocupación es la clase media, mostrando un total desprecio a los trabajadores del país hoy más empobrecidos gracias a sus políticas neoliberales. Me cansa escucharlos hablar continuamente de su amor por las pequeñas empresas o comercios, al tiempo que reciben prebendas de la gran corporación –justamente opuesta al pequeño comercio y al pequeño empresario. Es irrisorio verlos favorecer continuamente los grandes negocios y las multinacionales y escucharlos hablar de nacionalismo y del pequeño empresario.

Parece que en Canadá y Estados Unidos todo va, que cualquier patraña emergente de los consejos empresariales, figurados en sus instituciones pensantes (los famosos think tanks) y serviles políticos y publicados por su falsimedia se impone. La sociedad civil norteamericana no existe, simplemente. Nadie se reúne con nadie, nadie habla con nadie, nadie se interesa por nadie, ni por nada. Las fuerzas dominantes han logrado su meta muy exitosamente y con un alto nivel de domesticación, incluso en los sectores con mayor educación. Me corrijo, quizás es injusto hablar que nadie habla, piensa o hace, pero el peso de la tarea critica, del activismo social y político recae sobre un número muy minoritario, ese digamos 1 por ciento de la población que piensa, habla y hace, corre todos los riesgos de crear conciencia, su tarea es titánica, a veces pienso imposible, vivimos en sociedades sólo aparentemente democráticas, pero en realidad controladoras e intolerantes.

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