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miércoles, 20 de mayo de 2015

Un mundo que se escapa del control


Granma Internacional
Adital
Por Elson Concepción Pérez


Cuando se recuerda hoy, sea por lecturas, testimonios o por filmes, lo acontecido en la II Guerra Mundial, vemos cuán distante estamos de lo que creíamos se había sepultado para siempre: la irracionalidad contenida en las guerras y otros conflictos.
Todo ha sido distinto y para peor. Este mundo anárquico nos asfixia de solo conocer la magnitud de los problemas existentes.



Hoy el planeta donde habita una población de 7 300 millones de personas se enfrenta a realidades que parecen pesadillas, cuando debiera vivir en paz.

Lo peor de todo es que los conflictos actuales se están escapando del control de los grandes centros de poder que, en muchos casos, quisieron resolver las situaciones a través de las armas y el resultado ha sido totalmente inverso.

Cuando vemos los cientos o miles de africanos que tratan de cruzar en frágiles o saturadas embarcaciones el mar Mediterráneo y mueren ahogados antes de llegar a las costas europeas, percibo que ese dilema está fuera del control de los gobiernos de esa región y de las instituciones internacionales.

Hay testimonios —muchos— de africanos que se lanzaron a la mar a esa tenebrosa travesía porque "ante el hambre y la extrema pobreza que viven en sus países, optan por buscar algo nuevo y mejor, allende los mares”. También he leído más de un relato donde estos mismos seres humanos dicen: "antes de morir por hambre y enfermedad, prefieren morir ahogados en medio del Me­di­terráneo”.

Hasta hoy ninguna medida europea ha estado dirigida a la raíz del problema, es decir, a buscar fórmulas y recursos para que naciones que fueron colonias de esos mismos países, que las explotaron y robaron sus riquezas naturales durante siglos, contribuyan ahora a saldar esa vieja deuda y dar de comer a los millones de desposeídos de un continente herido y sangrando.

Otro ejemplo, en mi opinión más que convincente, de cómo se está perdiendo el control de la situación mundial, es el auge del terrorismo escenificado principalmente en la región del Oriente Medio.

No olvidar que de la red terrorista Al Qaeda se vino a hablar solo cuando Estados Unidos usó sus servicios para expulsar a los soviéticos de Afganistán y tomar ellos las riendas de esa y otras naciones.

El máximo exponente de ese grupo fue un hombre formado por la CIA norteamericana, y convertido luego de los ataques a las Torres Gemelas en septiembre del 2001, en un monstruo al que había que eliminar aunque fuera como se hizo, en circunstancias oscuras y sin constancia alguna de cómo se ejecutó a Bin Laden en tierra paquistaní.

Pero Al Qaeda continuó su derrotero terrorista, mientras aparecía en el mismo escenario de países del Oriente Medio, el llamado Estado Islámico (EI), de cuyo parto se sabe que fue inducido por Washington cuando necesitó de esas fuerzas para derrocar, sin lograrlo, al gobierno de Siria.

No conquistado ese objetivo y ante el fenómeno del crecimiento del accionar terrorista del EI, el Pentágono optó por la acción militar para combatirlo, con bombardeos desde el aire a territorios de Irak y Siria, en este último país sin el consentimiento del gobierno.

Los muertos en ambas naciones se suman por decenas de miles. Las ejecuciones por parte del EI de personas, son tan bárbaras que no tienen similitud ni siquiera con la época de las cavernas. A la usanza de los tiempos modernos que corren, usa sofisticados medios, blog, videos y otros, para que el mundo conozca de qué tipo de terrorismo estamos hablando.

Hoy, ese grupo con pretensiones de formar califatos y gobernar a su manera a grandes territorios, ha extendido sus tentáculos a Libia, se habla de misiones en Yemen y en Nigeria, unido a los terroristas locales de Boko Haram.

Y lo peor de todo. Los actuales centros de poder mundial ven cómo se escapa de su control cada uno de estos focos de desestabilización, ingobernabilidad e irracionalidad.

Otros muchos conflictos actuales reflejan la inercia en algunos casos y el estímulo a la violencia en la mayoría, que ejercen países de gran peso económico y militar.

Algo similar ocurre con el total desconocimiento y hasta burlas que hacen esos mismos gobiernos a organismos internacionales como la ONU, que nacieron para evitar la guerra y construir la paz, y se le hace muy difícil lograrlo.
Agréguese a tan desastrosa situación, el efecto real y no de futuro, sino de presente, que está provocando el cambio climático.

Muchas conferencias, reuniones de todo tipo, estudios com­pletos o menos completos, parecen no haber creado la conciencia necesaria en quienes, también desde los centros de poder, debían adoptar posturas racionales en bien de la humanidad toda y contribuir a que ese enemigo de la especie humana no nos devore.

Efectos del cambio climático como las grandes sequías, inundaciones, ciclones tropicales, terremotos, devastación de bosques, contaminación de las aguas contenidas en el manto freático, y el calentamiento que derrite el Ártico aún hoy no se les enfrenta con medidas reales de obligatorio cumplimiento.

Vale recordar que desde hace décadas se han hecho advertencias sobre los efectos reales de este problema, que lejos de resolverse, sigue arrancando hojas del calendario de la vida, y parece que el planeta Tierra se nos viene encima.



Fuente: Granma

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