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lunes, 22 de junio de 2015

Convertir a México en la extensión extraterritorial de empresas y negocios transnacionales


    

Desde la perspectiva del grupo en el poder, “México va en la dirección correcta, aunque en el proceso se enfrentan resistencias e incertidumbres”, como afirmó el secretario de Hacienda, Luis Videgaray. No es un absurdo tal señalamiento para la burocracia dorada al servicio de intereses contrarios a los del país. Tiene razón el funcionario, porque las políticas públicas siguen el camino trazado  en el extranjero con el fin de concretar la entrega total de los recursos nacionales a las grandes empresas trasnacionales.
Ni siquiera el PAN en el poder se atrevió a traicionar a México con la saña y firmeza con la que lo está haciendo el “gobierno” de Enrique Peña Nieto, quien definitivamente está dispuesto a llevar hasta sus últimas consecuencias el plan entreguista que dejará a las nuevas generaciones sin posibilidad de enfrentar el futuro con  mínimas condiciones de progreso. Lo que llama la atención es que pueda decir con tal desenfado una vileza de semejante magnitud, lo que patentiza el enorme desprecio al pueblo de la élite en el poder.
¿Cómo no esperar “resistencias e incertidumbres” ante las arremetidas de un “gobierno” sólo interesado en despojar a las clases mayoritarias de la raquítica parte de la renta nacional que a duras penas le es entregada? Lo asombroso es que aún no haya protestas sociales de la magnitud del daño que se le está haciendo a la sociedad mayoritaria, como lo ejemplifica el hecho de que cerca del 60 por ciento de la población viva en condiciones de pobreza, y más de una tercera parte de ese porcentaje sobreviva en pobreza extrema.
Ante la colonia libanesa, Videgaray aseguró que México “se proyecta con mejores perspectivas de crecimiento”, cuando las proyecciones de organismos e instituciones nacionales e internacionales, se han modificado a la baja en lo que va del año. Ya van tres décadas perdidas y vamos a marchas forzadas por la cuarta, que será más dramática porque se han acumulado grandes pérdidas, mismas que se agravarán con la total privatización de Pemex y de la generación de electricidad, proceso que para la derecha en el poder equivale a seguir una “dirección correcta”.
Así lo creen los miembros de la burocracia dorada, porque su compromiso es facilitar a los grandes intereses trasnacionales, convertir el territorio mexicano en la extensión extraterritorial de sus empresas y negocios. Y todavía Videgaray se molesta porque hay “resistencias e incertidumbres” ante una traición a la patria comparable a las de Antonio López de Santa Anna o los conservadores que trajeron a Maximiliano de Habsburgo en calidad de emperador de México. Lo inexplicable es que no haya resistencias comparables a las que lideraron quienes dieron hasta la vida por defender el derecho del pueblo mexicano a tener un destino propio.
Y todavía se ufana Videgaray de que “en los dos primeros años de la administración, se han logrado cambios que parecían hace apenas algunos años impensables, reformas estructurales profundas que proyectan a México hacia una nueva realidad, hacia una mejor perspectiva de crecimiento, creación de empleos y bienestar”. ¿Por qué ha ocurrido lo contrario en los últimos treinta años, cuando se puso en marcha el proceso privatizador que fue socavando la economía nacional? ¿De dónde saca la absurda idea de que entregando todas las riquezas del país a extranjeros nos va a ir mejor?
De consumarse la gran traición a México que están llevando a cabo los tecnócratas al servicio del Grupo de los Siete, se hundirá a la gran mayoría de  mexicanos en una pobreza extrema, con toda la cauda de flagelos sociales concomitantes: violencia imparable, descomposición del tejido social de alcances apocalípticos, hambrunas terribles, esclavitud “legalizada” para poder subsistir, podredumbre en todo el territorio nacional, porque los monopolios trasnacionales seguramente no se van a molestar en recoger la basura que dejarán con la diabólica depredación que caracterizará su “apoyo” a México.
Esto lo saben los tecnócratas, pero les importa un bledo porque no tienen un elemental compromiso con el pueblo de México, sino con los monopolios que no tienen patria ni tampoco temor a las consecuencias de su voracidad sin límites. Luego serán los primeros en asustarse y reclamar mano dura contra las protestas sociales, y desde luego evadirán toda responsabilidad por los irreparables daños al medio ambiente que acelerarán un cambio climático más adverso.

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