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domingo, 23 de agosto de 2015

"Hay un intento de restauración conservadora"


Sebastián Valdomir es un joven dirigente del MPP uruguayo, espacio que lidera el ex presidente José Mujica dentro del oficialista Frente Amplio en Uruguay. Pero además coordina, desde el año pasado, la Bancada Progresista del Parlasur, espacio donde se nuclean los partidos gobernantes de Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela, sumando al Frente Guasú -de Fernando Lugo- en Paraguay.

En esta entrevista Valdomir comenta el estado de situación actual del Parlasur y da cuenta de un "intento de restauración conservadora" a nivel regional. Además, responde a los medios de comunicación hegemónicos que cuestionan al Parlasur, comparando el trabajo del bloque con el del Parlamento Europeo, dependiente de la UE.

-¿Cómo es el actual funcionamiento del Parlamento del Mercosur? ¿Por qué el Frente Amplio, junto al FPV argentino, el PT brasileño, el Frente Guasú paraguayo y el PSUV venezolano conformaron la Bancada Progresista?

-En el funcionamiento del Parlamento del Mercosur está previsto, por estatuto y por protocolo de funcionamiento, la posibilidad de constitución de grupos políticos supranacionales. Entonces, el primer grupo -y hasta ahora único- que se ha formado ha sido justamente el grupo de los parlamentarios de izquierda o Bancada Progresista, como le llamamos. En esos primeros años, tuvo una actividad interesante: básicamente era empezar a buscar los puntos de identidad y los puntos de acuerdo no en función de los estados que componen el Mercosur, sino en función de las afinidades ideológicas y políticas que unificaba la razón de ser de esta bancada. Este año, con la constitución de las nuevas delegaciones de Uruguay y Brasil, que renovaron a sus parlamentarios por sus respectivas elecciones, estamos todos listos para volver a funcionar de forma completa.

-¿Qué importancia tiene para el Parlasur la elección directa de representantes de Argentina, hecho que ya se dio en las PASO y que también va a tener lugar en octubre próximo?

-El paso dado por Argentina, en términos políticos e institucionales, es de la mayor trascendencia, para el Parlasur y para el Mercosur en su conjunto. Es el segundo país -luego de Paraguay- que coloca esa posibilidad de que su ciudadanía elija sus representantes en este parlamento. Eso da cumplimiento al compromiso que los Estados parte del Mercosur asumieron al participar en esta instancia parlamentaria regional. Al inicio, con un estado más bien transitorio, se elegían representantes al Parlasur por vía indirecta: es decir, por vía de los poderes legislativos de cada uno de los países. Entonces el paso dado por Argentina profundiza la institucionalidad del Parlasur, que aún es débil. Bolivia también ha decidido votar de forma directa a sus representantes en los parlamentos regionales. Entonces, cuando se incorpore de manera plena y el protocolo de adhesión sea aprobado en los parlamentos de Paraguay y Brasil, también ya va a tener cumplido ese mandato de decidir de manera directa a sus integrantes en el Parlasur. Quedarían entonces, para este futuro que esperamos sea próximo, la aprobación por vía directa en Venezuela, Brasil y Uruguay. En Venezuela creo que podría ser alcanzado por una mayoría especial en la Asamblea Nacional. En Brasil y Uruguay nos obliga a procesar discusiones de carácter constitucionales en nuestros países, que vienen muy bien: nosotros hace tiempo que tenemos que avanzar en un proceso de reforma constitucional con diversos temas, y este puede ser uno que movilice eso, antes de 2019; y Brasil también, porque allá uno de los principales debates que se están dando en estos tiempos justamente es el de la reforma política.

-El presidente ecuatoriano Rafael Correa viene advirtiendo de un intento de "restauración conservadora" en la región, con conexión entre todos los "nuevos" líderes de la derecha. ¿Cómo ves esto como coordinador de la Bancada Progresista y dirigente del FA?

-El intento de "restauración conservadora" en la región se está procesando en estos momentos. Y está siguiendo una estrategia muy similar en todos los países. Honduras y Paraguay constituyeron dos elementos muy nítidos en los cuales por la vía para-institucional, con mecanismos muy expeditivos de juicio político o de salida exprés de los presidentes democráticamente electos, se truncaron dos procesos de transformación. Claramente hay una vuelta atrás en esos países: las elites y los partidos de derecha jugaron un papel central en esa reversión. Ahora en los últimos años estamos viendo que las derechas se están recomponiendo bajo un ropaje diferente. Veamos los liderazgos de Henrique Capriles en Venezuela, de Mauricio Macri en Argentina, de Aecio Neves en Brasil, y de Luis Lacalle Pou en Uruguay. Tienen la misma característica: son personajes relativamente outsider de la política, exitosos en su vida empresarial, jóvenes y de buen decir, de buena presencia en los medios de comunicación. Impulsan, de alguna manera, un discurso alejado de la política, o alejado de la política tradicional: ellos se presentan como que vienen a sanear el escenario.

En Ecuador pasa lo mismo con Guillermo Lasso, y podríamos trazar otro paralelismo con Samuel Doria Medina en Bolivia. De alguna manera las estrategias de la derecha confluyen con un mensaje de agotamiento con la política. Y en los casos de Brasil, Ecuador y Venezuela -y no olvidemos también a Argentina, sobre todo a principios de este año- cuentan con aliados muy fuertes en los medios de comunicación hegemónicos. De alguna manera estos gobiernos enfrentan un permanente bloqueo informativo, y una permanente prédica oposicionista, que es la que articula finalmente a los partidos de la oposición, a los partidos de derecha, y a los sectores económicamente dominantes.

-Algunos medios hegemónicos del continente han comenzado una campaña de desinformación sobre el Parlasur. ¿Cuál es su visión sobre el tema? ¿Qué responde ante las críticas de que el parlamento se ha reunido poco este año?

-A todo esa campaña de crítica nosotros la vimos un poco con tristeza. Realmente es muy deshonesto plantear que ejercer la democracia -y profundizarla- cuesta caro. Ellos intentaban plantear que el Parlasur era un lugar donde cada uno iba a buscar su "curro", diciendo además que eso no tiene ningún sustento real en la vida de los ciudadanos. Y eso, a nuestra manera de hacer política, es un ataque directo. No se toma en cuenta que el Parlamento Europeo tardó más de tres décadas en consolidarse. O que, por ejemplo, ese mismo parlamento tiene más de 6000 funcionarios. Es decir: es un espacio que llevó no solo tiempo, sino debates muy importantes a lo interno de cada uno de los países, que tenían tradiciones políticas muy distintas. Ni que hablar de lo que sucede con Alemania y Francia, y cómo es la incorporación de los demás países -paulatina- a las potestades del Parlamento Europeo.

Entonces se planteó el tema del Parlasur desde la lógica de la sospecha, y eso es muy deshonesto. Sin dudas que este año el Parlasur no ha podido reunirse con la asiduidad que quería pero porque primero se incorpora una delegación importante, como Brasil, después se incorpora la delegación de Uruguay, y cada una de esas cosas lleva su tiempo. Este año vamos a tener 3 o 4 plenarios, pero para 2016 esperamos que haya entre 10 y 11 plenarios, es decir, uno por mes aproximadamente, que es el funcionamiento tipo que debería tener el parlamento. Y ahí se van a empezar a generar declaraciones de recomendación a los poderes ejecutivos, aprobación de declaraciones y de protocolo. Es decir: estatutos de carácter muy importante para la integración del Mercosur y para cada uno de los países.

Y además está previsto el incremento de funciones. ¿Qué quiere decir esto? Hoy lo más importante que puede aprobar el Parlasur es una recomendación al Consejo Mercado Común. Pero va a llegar un momento en que vamos a poder aprobar más cosas, cuestiones de carácter más relevante para la vida de nuestros pueblos. Pero la pregunta es distinta: ¿están preparados nuestros sistemas políticos y nuestras sociedades para que un organismo supranacional empiece a ser fuente de derecho? Esa es la pregunta clave, y no se plantea en ningún informe periodístico. Además no está siendo discutida en profundidad por casi ningún centro o usina de ideas. Y ahí está la señal de identidad de las derechas: no les interesa que nos integremos. ¿Por qué? Porque a las élites les interesa tener garantizada su "cuota" de poder político y económico en cada uno de los estados nacionales. «



http://www.alainet.org/es/articulo/171873  

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