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jueves, 25 de agosto de 2016

Alianza de Rusia con Irán y China preocupa a EEUU y la OTAN

Ejército de Siria en AlepoSputnik
Los primeros 16 años del siglo XXI están caracterizados por rápidos e inesperados cambios en la situación geopolítica en el mundo y especialmente en Oriente Próximo. Nadie hace un año hubiera podido predecir que llegaría un momento cuando Rusia, Irán, China e inclusive Turquía tratarían de unir sus fuerzas en Siria para proteger sus propios intereses en cuanto a la seguridad nacional y a la vez contener el avance norteamericano en la región.
Toda esta unión de fuerza implica detener los intentos de 'balcanización' de Oriente Próximo promovidos por EE.UU. y sus aliados de la OTAN a través del 'caos programado' con el fin de tener fácil acceso a los recursos energéticos y acuíferos de la región. Para sorpresa de los globalizadores 'iluminados', precisamente este proceso de formación de nuevas alianzas geopolíticas se halla en marcha acelerada, lo que tiene en estado de 'shock' especialmente a Estados Unidos, que aprovecha cualquier ocasión para asestar golpes sucios a Rusia.
Por supuesto que nadie se atreve a pronosticar la duración de las nuevas alianzas en Oriente Próximo y su  efectividad, inclusive a corto plazo.  El mismo hecho de que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, hasta hace poco incondicional aliado de Washington, se haya encontrado con Vladímir Putin el pasado 9 de agosto en San Petersburgo para normalizar las relaciones entre ambos países, dice mucho. Soplan vientos nuevos en la región que favorecen a la formación de nuevas alianzas como un contrapeso al poderío norteamericano y sus aliados de la OTAN. Irán, que en los últimos 20 años, a pesar de las sanciones y presiones de Washington, no quitaba sus ojos y la esperanza de un nuevo acercamiento a Norteamérica, también decidió aproximarse a Rusia desde el punto de vista netamente pragmático, basado principalmente en los intereses de su propia seguridad nacional.
China, que durante más de un año estaba indecisa en colaborar o no con Rusia en Siria, sopesando todos los pros y contras, también ha decidido que es el momento oportuno para mostrar su interés por el futuro de Oriente Próximo y asegurar su espacio geoeconómico en Siria junto con Rusia. Todo esto explica la sorpresiva visita del jefe de la Comisión Central de la Cooperación Militar de China, el almirante Guan Youfei, al Ministerio de Defensa de Siria, donde tuvo una larga conversación con el ministro de Defensa, Fajad Jassin. Trataron principalmente sobre la participación de los militares chinos en la preparación de los soldados sirios y la ayuda militar.
Todo lo deben hacer en coordinación con los rusos y por supuesto, no por solidaridad con el presidente sirio Bashar Asad, sino tomando en consideración sus propios intereses. En primer lugar, no permitir el retorno de los yihadistas uigures, que están combatiendo en las filas del Estado Islámico o Daesh y el Frente Fatah al Sham —anteriormente conocido como Frente al Nusra, proscrito en Rusia y otros países—, a la región autónoma islámica de Xinjiang, en China. Se calcula que más de 300 radicales uigures están combatiendo en Irak y Siria. En segundo lugar, los chinos están utilizando la visita del almirante Youfei a Siria como un mensaje a Washington por su agresiva interferencia en los asuntos del mar del Sur de China, por donde transita un 30% del comercio mundial. Y finalmente, la  presencia china sirve para resguardar para el país el espacio geoeconómico en Siria, algo que no podrían asegurar sin formar una alianza con Rusia.

Sin duda alguna, los asesores de Putin estudiaron detenidamente la política internacional de EEUU basada generalmente en promesas de ayuda económica o como suelen decir en la Reserva Federal, el incentivo de un "saco de dinero", que casi nunca aparece en el lugar prometido. A la vez, los líderes norteamericanos utilizan frecuentemente los chantajes, amenazas, presiones económicas, financieras y militares para promover su política internacional. Para los actuales gobernantes norteamericanos, el mundo está dividido en aliados, adversarios y enemigos, mientras que los rusos tienen una política internacional flexible y realista. No están buscando crear enemigos sino hacer nuevos amigos y tratar de hacer negocio con todos los países y formar alianzas, aunque cortas, para su beneficio. Esto está ayudando a Rusia a incrementar su poder global para desesperación de los norteamericanos.
Por eso no es de extrañar que después de 70 años, Moscú haya retornado a la
base aérea de Hamadán
, en Irán, donde serán instalados los antimisiles S-300 y posiblemente los S-400. La presencia de los aviones estratégicos Tu-22M3 fue corta, pero la efectividad de los bombardeos rusos de las posiciones de Daesh en Siria utilizando estos aviones fue sorprendente y dejó a los militares de la OTAN sin comentarios. Tan rápido como los Tu-22M3 aparecieron en Hamadán, con la misma velocidad dejaron Irán, porque, en realidad, Rusia no necesita estar allí y su presencia fue un gesto estratégico bien planificado para mostrar a los halcones 'iluminados' de Washington y sus seguros servidores de Bruselas que Rusia podría contar con Irán cuando lo necesite.
Viendo el acercamiento de Irán y Turquía a Rusia, el expresidente de Yemen, Abdullah Saleh, cuyo partido formó el Consejo Político que controla tres cuartas partes del territorio del país, declaró recientemente que "nosotros ofrecemos a la Federación Rusa todos nuestros aeropuertos y puertos para la lucha contra el terrorismo".
Lo interesante es que Abdullah Saleh era un aliado incondicional norteamericano hasta el 2011, cuando Washington lanzó la 'primavera árabe' en Yemen, Libia y Egipto. La oferta de Saleh vino 48 horas después de que el Pentágono anunciara el retorno del personal militar de Arabia Saudí, donde los especialistas norteamericanos estaban coordinando y dirigiendo los ataques aéreos saudíes contra Yemen.  Más de 6.500 mujeres, niños y ancianos perecieron durante 16 meses de guerra contra los seguidores del expresidente de Yemen, y a la vez, esta guerra está arruinando la economía saudí, debido a que le cuesta a Riad —la capital saudí— unos 200 millones de dólares al día, llegando a un gasto total de unos 100.000 millones de dólares.

Estados Unidos está tratando de hacer todo lo posible para hacer quebrar la formación de nuevas alianzas en Oriente Próximo, donde Rusia tiene un lógico poder predominante debido a la flexibilidad de su política exterior y a su capacidad de rápida adaptación a cada cambio de la situación geopolítica en la región. Así, su Gobierno está logrando mantener un equilibrio en las relaciones con Turquía y con los miembros de la resistencia kurda, tanto en Siria como en Irak. Moscú sabe perfectamente que a pesar de todas las declaraciones de Erdogan contra Washington debido a la participación norteamericana en un reciente intento de golpe de Estado en Ankara, Turquía no puede enfrentarse a EEUU por ser su aliado en la OTAN y ser un país receptor de la ayuda y armamento estadounidense. También el Gobierno de Erdogan está preocupado por su actual alianza con Rusia debido a las sanciones que puede imponer EEUU.
La
visita
del vicepresidente Joe Biden a Ankara está orientada precisamente a suavizar el enojo de Erdogan y hacer regresar a Turquía al control absoluto norteamericano. Conociendo la política de Washington, no sería nada nuevo si la Casa Blanca sacrificara a su mejor servidor turco, el millonario clérigo Fethullah Gulen, examigo de Erdogan, acusado por el Gobierno turco de estar detrás del golpe del 15 de julio pasado. Lo que no podría hacer Washington para satisfacer las ambiciones del presidente turco es desistir de su plan de crear un Estado kurdo en el norte de Siria, en la frontera con Turquía, siguiendo su política de más de dos siglos basada en la premisa: 'divide y reina'. Para los norteamericanos, tanto el 'Plan A' como el 'B' tienen como meta final la 'balcanización' de Siria. Erdogan lo sabe perfectamente y de allí viene su 'aproximación' forzada a Moscú, para hacer subir su importancia en Washington.  El jefe del Comando Europeo (EUCOM) y la máxima autoridad militar de la OTAN, el general norteamericano Curtis Scapparotti,  se encontró hace poco con el jefe del Estado Mayor turco, el general Hulusy Akar, para recordarle quién es quién realmente en Turquía y que debe tener mucho cuidado en aproximarse a los rusos, considerados abiertamente por este general norteamericano como el "mayor peligro" para Norteamérica.
Así es la dinámica geopolítica en Oriente Próximo. Hace dos semanas, Turquía suministraba armas a los yihadistas de Daesh y al antiguo al Nusra, con el consentimiento de la Casa Blanca. Hoy día, los militares turcos lanzaron 200 proyectiles contra las posiciones de Daesh en la ciudad siria de Yarabulus. El mes pasado, los yihadistas del antiguo Frente al Nusra en Siria pasaron a ser considerados por los norteamericanos como terroristas, pero después de que al Nusra decidiera cambiar su nombre por el de Frente de la Conquista del Levante —Frente Fatah al Sham—, el departamento de Estado norteamericano decidió que los yihadistas del 'nuevo' Frente ahora son opositores "moderados".

Irán por primera vez en su historia permitió oficialmente a los aviones militares extranjeros, en este caso los rusos, utilizar su base militar, sin embargo, su ministro de Defensa, Husein Dehkan, declaró que todo esto se realizó porque "Rusia quiere mostrar que es una superpotencia… y quisiera proyectarse como un actor eficaz en el teatro de operaciones de Siria para poder negociar con EEUU y asegurarse un papel en el futuro político de Siria".  
Con amigos y aliados de este tipo, Rusia debe tener mucho cuidado pues según el escritor ruso Eduard Limónov, "con este tipo de aliados, no necesitamos enemigos".

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