Perú
La crisis del
socialismo en los años 90 del siglo pasado trajo catastróficas
consecuencias en todos los países. Y el nuestro, no fue una excepción.
Surgieron voces, incluso al interior de las filas del PC que aseguraron
que el Partido Comunista había sido “creación de Ravines”, a quien
consideraron el exponente del “seguidismo”.
Reclamaron entonces que
la crisis nos obligaba a “volver a Mariátegui” -que había denominado a
la organización política que creara con el nombre de “Partido
Socialista”- y cambiar entonces el nombre del Partido para “romper con
el pasado”. Eso implicaba -decían- buscar “nuevos referentes europeos” y
mirar “sin prejuicios” a otras creaciones “socialistas”: los Países
Nórdicos, por ejemplo, donde se había forjado un socialismo
“democrático” en el que los derechos de los trabajadores estaban
garantizados.
De esa idea, surgieron otras que inundaron en su
momento el escenario concreto. “Es la hora de la concertación, y no de
la confrontación”, les dijeron a los trabajadores; a los que buscaron
convencer, adicionalmente, que eso de la lucha de clases era un mito,
que había que forjar sindicatos “de propuesta, y no de protesta” porque
“en la modernidad, habían desaparecido las clases”; que la “clase
obrera” ya no existía dado que la “tecnología de punta” la había
fagocitado.
En suma, que el concepto de “Revolución Social”
había dejado de ser un reto y una tarea de los pueblos para convertirse
en una leyenda de la historia. El deber, entonces, era competir en el
área legal y a través de elecciones, respetando a raja tabla los lindes
de la Democracia conocida.
Estas ideas fueron, en verdad,
copiadas del ideario aprista que sostenía desde ese entonces, las viejas
prédicas reformistas. Ellas habían sido desnudadas en su momento por un
destacado revolucionario cubano, Julio Antonio Mella, que ya en los
años 20 del siglo pasado, dijo con mucha razón que el APRA era más bien
una “Asociación Para Revolucionarios Arrepentidos”.
En el plano
interno, desde los tiempos de Mariátegui, Haya de la Torre había
buscado persuadir a los peruanos de la necesidad de organizar partidos
de corte electoral, que renunciaran a cualquier “acción directa”. Fue
ese, uno de los temas de controversia en la correspondencia cursada
entre Haya y Mariátegui en 1928.
Por eso, la dirección aprista
traicionó la insurrección de Trujillo de 1931 delató a los rebeldes de
la Armada, a los que originalmente alentara, en octubre de 1948. Después
de aquella, ninguna experiencia nueva asomó en el horizonte.
Pero el APRA legó también la idea del “socialismo escandinavo”, como la
alternativa “más racional” para los pueblos. Fue la adhesión de Haya, a
la Social Democracia Europea.
En verdad, la Social Democracia
adquirió renombre mundial después de la última década del siglo XIX,
cuando por iniciativa de Federico Engels, surgiera la II Internacional. A
la muerte de este entrañable compañero de Marx, la Social Democracia
hizo crisis y sufrió implacables derrotas: su comportamiento ante la
Guerra del 14 y la Revolución Socialista de Octubre, la dejaron sin
piso.
De todos modos, mantuvo una cierta vigencia en algunos
países, en los que insertó “reformas” que hicieron “más digerible” el
sistema de dominación capitalista. Surgió así una suerte de
“aristocracia obrera”, trabajadores “mejor pagados”. Los Partidos Social
Demócratas, en este contexto, asumieron el liderazgo de una opción
“reformista”, que alcanzo precarios avances en materia social.
Hoy esa variante también ha caído. En esos países, Social Democracia ha
sido barrida sin pena ni gloria; y los “Partidos Socialistas” de ese
signo, en ese y otros escenarios, han caído en el mayor descrédito. Así
ocurre ahora con el PSOE, en España; con el Partido de Hollande, en
Francia; con la Social Democracia Alemana; y hasta con los Laboristas
Británicos. Uno a uno, han ido perdiendo no sólo posiciones, sino
también banderas.
No obstante, su prédica hizo mella en estos
lares. La Social Democracia anudó vínculos y logró conexiones e
influencias en distintas esferas, tanto en el plano de los Partidos,
como de los Sindicatos. Eso le permitió mantener incidencia en ciertos
segmentos; y hasta “ganar” para posiciones reformistas a representantes
sindicales a los que amamanto a partir de prácticas oportunistas y
concepciones electoreras.
Ellas, fueron decisivas en el Perú
para impedir en nuestro tiempo, la concreción de los objetivos unitarios
impulsados por los sectores más sanos del movimiento popular.
Hoy en la Izquierda Peruana conviven cinco “corrientes” que se proclaman
de “izquierda”, pero que tienen visiones distintas tanto del escenario
nacional como del continental. En el plano interno alientan prejuicios
de típico corte anticomunista; y en el plano externo buscan tomar
distancia, alejándose de proyectos revolucionarios como la Venezuela
Bolivariana, o incluso el Proceso Liberador Latinoamericano.
Por eso ha generado un cierto hálito de optimismo el XV Congreso del
Partido Comunista. Más allá de precisiones puntuales, ha ratificado su
convicción socialista, su interpretación marxista-leninista y su
voluntad internacionalista. Y ha abierto un debate en torno al escenario
nuestro subrayando, por cierto, que el objetivo esencial, sin prácticas
oportunistas o electoreras, es construir la unidad más amplia para
enfrentar el embate neo liberal de nuestro tiempo.
En etapas de
caos, cuando entre amplios sectores de la ciudadanía cunde la
desorientación, y cuando la confusión se apodera de la mente de algunas
gentes; es meritorio que las fuerzas políticas de mayor experiencia
recuperen niveles de acción y se apresten a actuar con renovado brío.
Es, en circunstancias como ésta, que debemos evocar el mensaje del Amauta. Recordemos: “Presenciamos
la disgregación, la agonía de una sociedad caduca, senil decrépita; y,
al mismo tiempo, presenciamos la gestación, la formación, la elaboración
lenta e inquieta de la sociedad nueva. Todos los hombres, a los cuales,
una sincera filiación ideológica nos vincula a la sociedad nueva y nos
separa de la sociedad vieja, debemos fijar hondamente a mirada en este
periodo trascendental, agitado e intenso de la historia humana”, nos dijo El Amauta en las Universidades Populares González Prada.
A sumar, entonces mirando nuevos horizontes, sin detenernos en prejuicios, ni mezquindades personales, que a nadie benefician.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera.
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