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domingo, 16 de julio de 2017

Venezuela, punto de anclaje



Guillermo Almeyra
Como Cuba, pese a las dificultades y errores y a las muchas críticas que desde un punto de vista socialista se pueden realizar a sus respectivos gobiernos, Venezuela es un punto de anclaje.
No es socialista quien no siente la necesidad de defender las conquistas democráticas en peligro. No lo es tampoco quien no entiende que existen centenares de miles de revolucionarios antimperialistas que podrían llegar a ser socialistas si los socialistas no les dieran la espalda o no los llamasen desde el Limbo.
Digo esto por un artículo firmado por Manuel Aguilar Mora (MAM) en nombre de dos grupos –Liga de Unidad Socialista (LUS) y el Partido Obrero Socialista (POS)– que me acusa de querer ser consejero anticapitalista de Maduro aunque al mismo tiempo cita las muchas críticas que le hago a éste. ¿Pensará MAM que Maduro, además, es masoquista y le encanta ser fustigado?
En dicho artículo LUS y POS sostienen ahora que los trabajadores venezolanos tienen potencial y capacidad como para abrir una salida revolucionaria –lo cual es indudable. Pero en ningún momento discutí con ellos ese punto de partida que vivo proclamando. Lo que les recriminé en cambio fue su llamado a la insurrección armada contra el gobierno de Maduro tal como los golpistas de la ultraderecha. No es decente borrar hoy con el codo lo que escribieron apenas ayer con la mano.
También inventan un fantoche a su medida para discutir con el Almeyra que en La Jornada vive escribiendo sobre la necesidad de adoptar inmediatamente algunas medidas anticapitalistas fundamentales en Venezuela y en Cuba y me inventan ideas y posiciones que la simple lectura de mis artículos desmiente. No valdría la pena responder si no desprestigiasen el anticapitalismo.
En política, uno se encuentra muchas veces al adolescente lleno de la inseguridad propia de su edad y que, precisamente por eso, siempre quiere tener razón, particularmente cuando se equivoca, y jamás se autocritica ni acepta críticas. Manuel Aguilar Mora es uno de esos adolescentes sesentones que no sabe que se debe aprender también de quienes piensan diferente y que la base del pensamiento científico es la duda sistemática y no la obcecación.
MAM tiene muchas cualidades, es honesto, lucha hace decenios por el socialismo –por eso lo valoro y lo aprecio– pero, cuando discute, no respeta y tergiversa lo que dice su adversario ocasional. Por ejemplo, escribí en mi artículo El ABC que la oposición es golpista y tiene base de masas (en efecto, moviliza cada semana cientos de miles de manifestantes y tuvo mayoría en la Asamblea Nacional) pero jamás que toda ella o que toda la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) son golpistas.
No es cierto además que en Venezuela sólo hay una lucha entre dos facciones burguesas:la oligarquía y la boliburguesía. Está también el imperialismo junto a la primera. Y los golpistas y agentes del imperialismo dirigen en los hechos y arrastran una gran masa que quiere cambios, reformas, que protesta por la inflación, la rebaja de los ingresos, la corrupción y el autoritarismo de un gobierno que sigue hablando de una Revolución Bolivariana (que con la muerte de Chávez, e incluso antes de ella, quedó atrás pero no se borró de la conciencia histórica profunda del pueblo venezolano y que ante un golpe podría revivir).
En ese mismo artículo puse entre comillas una frase de Lenin sobre el apoyo a Kerensky contra el golpista general zarista Kornylov: sostenemos a Kerensky como la cuerda sostiene al ahorcado. En efecto, una vez aplastada la amenaza de la restauración del zarismo, el agonizante gobierno de Kerensky no pudo sobrevivir. MAM y POS se indignan conmigo por ese concepto que no es mío y que Trotsky también expresó con otras palabras. MAM y POS, para justificar su llamado a la insurrección proletaria contra Maduro, sostienen igualmente que el ejército no es golpista, tal como escribía el Partido Comunista chileno el mismo día del golpe de Pinochet. Pero no todas las Fuerzas Armadas integran la boliburguesía y, en cambio, todas ellas pertenecen por sus ingresos, su mentalidad y sus privilegios en peligro, a las clases medias y son su sector uniformado. Por eso las manifestaciones de la MUD buscan resquebrajar la unidad de los militares y crear grietas en el aparato estatal chavista y ya han conseguido ambas cosas.
¿Creen además los firmantes que el golpismo está acabado y que Estados Unidos va a desistir de sus planes? ¿MAM no recuerda los golpes contra Perón en Argentina en junio y septiembre de 1955 aprovechando la política de austeridad y la Campaña por la Productividad impopulares del caudillo en declinación? ¿El POS no recuerda tampoco que su tendencia se había integrado en 1952 en ese peronismo y lo defendía, sirviéndole a Perón de taparrabos rojo?
Los precios del petróleo y del gas muy probablemente seguirán bajando y, por consiguiente, aumentarán las dificultades para Venezuela y, de rebote, para Cuba. La Constitución es un pedazo de papel en la boca de un cañón y la mejor de las constituciones jamás cambió nada si antes no cambiaron las relaciones de fuerzas en favor de los explotados, elevando su moral de lucha y su conciencia, y esto vale también para la convocada por Maduro. Es cierto por otra parte que una alternativa anticapitalista es necesaria desde hace rato y que sin ella no hay solución positiva para las grandes masas venezolanas. Pero esa alternativa no depende sólo de los buenos deseos de los pocos que dicen ser socialistas en el mundo de la realidad sino de la necesidad de sumar al combate anticapitalista a quienes hoy critican a Maduro pero no son golpistas ni confían mucho en la MUD. Ese y no otro es el secreto de mi prevención contra los malos asesores (cubanos, de Podemos o ex stalinistas). Porque el sectarismo de mis críticos es nocivo, pero el seguidismo acrítico de los aplaudidores y asesores de Maduro es igualmente dañino.

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