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martes, 15 de agosto de 2017

El imperialismo divide América Latina



La realización paralela de dos cumbres ministeriales, una en Lima, Perú, y otra en Caracas, Venezuela, con finalidades distintas --una respaldando al gobierno democrático de Nicolás Maduro que sufre en embate del imperialismo y los sectores conservadores y oligárquicos de su país y otra intentando desestabilizar las acciones de la revolución bolivariana desconociendo la recientemente elegida Asamblea Constituyente—es la demostración de la división que sufre América Latina y el Caribe en los últimos años.
La campaña y el asedio al gobierno de Caracas se iniciaron en el momento mismo en que el comandante Hugo Chavez impulsó el proyecto de liberación nacional en conjunción imprescindible con la unidad de América Latina y el Caribe. Fue víctima de un Golpe de Estado, luego frustrado, en 2002 y, después de su muerte en 2013, la presión fue creciendo aceleradamente hasta que el gobierno de Barack Obama declaró a Venezuela “un peligro para su seguridad nacional”.
El Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, se convirtió en la punta de lanza de la desestabilización, al que se fueron sumando los gobiernos de Peña Nieto de México --humillado por el presidente de Estados Unidos Donald Trump--, Macri de Argentina –que traicionó a Malvinas Argentinas y aplica una política ultraneoliberal--, Temer de Brasil --presidente surgido del Golpe de Estado a Dilma Rousseff-- y algunos otros que hacen eco de las posiciones de los sectores conservadores y paramilitares (las guarimbas) de Venezuela.
Este frente de gobiernos de la restauración neoliberal se lanzó de manera acelerada a debilitar y desmontar los procesos de integración regional y de unidad continental emancipadora que habían surgido bajo la inspiración de Hugo Chavez, paralizando el funcionamiento de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y distorsionando el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y salvando de la muerte a la OEA como instrumento de la injerencia del imperialismo.
Frente a esta arremetida se presenta la respuesta de otro grupo de países de Centro y Sudamérica y del Caribe (Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Jamaica, Granada, Sin Vicente, Surinam, Dominica, Granada y Antigua) que, con dignidad y decisión, respaldan al gobierno de Caracas y al legado integracionista y solidario de la Revolución Bolivariana que desarrollo acciones de apoyo energético, social y político en los últimos quince años.
En este contexto turbulento de la política regional y mundial, sobretodo si tomamos en cuenta la tensión nuclear EEUU-Corea del Norte, las intervenciones militares de Estados Unidos en Medio Oriente, la potencia económica de China y política y militar de Rusia y la crisis del capitalismo europeo, el llamado del presidente Nicolás Maduro al diálogo interno y a debatir en América Latina y el Caribe el futuro de la región, su integración, destino y rol en el contexto mundial bajo el principio de que no existe otro camino para Nuestra América que la presencia unitaria para no ser fagocitados por las potencias mundiales.
Los pueblos organizados y movilizados tienen en sus manos la definición futura de la región en torno al dilema de América Latina que se expresa en términos de: unidad y liberación o división y dominación. “El siglo XXI nos encontrará unidos o dominados”, como dijo un viejo caudillo del siglo veinte.
Eduardo Paz Rada. Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.

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