Entrevista a Guillermo Almeyra, analista internacional de La Jornada (México)
G.A.: […] La Revolución Rusa fue al mismo tiempo una revolución campesina, es decir un eco de las revoluciones en el Medioevo, y una revolución obrera. En la ciudad de Petrogrado había un 30% de obreros, sobre 2.500.000 de habitantes, y en su mayoría eran metalúrgicos, que en aquel momento, antes de la taylorización significaba ser tornero, ajustador, leer planos, leer y escribir. El 92% de los bolcheviques eran alfabetizados y los miembros del Partido Bolchevique tenían menos de 30 años, eran obreros calificados, aptos para pensar, para actuar y con una gran decisión.
Después de octubre se incorporaron en reemplazo de ellos miles y miles de nuevos miembros al Partido sin formación, que no habían conocido la lucha contra el zarismo, sin educación. Sobre eso se basó después la burocracia. Además, de los 43.000 bolcheviques que había en octubre, 41.000 fueron a pelear en la guerra civil y muchos de ellos murieron y otros se convirtieron en comandantes militares o en organizadores del Estado. Hubo un cambio en la clase obrera, lo que facilitó el triunfo de Stalin posteriormente como representante del sector más atrasado, conservador, nacionalista. Pero la revolución rusa tuvo una importancia en ese momento y lo sigue teniendo hasta la actualidad.
En Rusia no se la festeja hace años desde Yeltsin, y Putin hace todo lo posible para hacer resurgir las convicciones del zarismo reforzando la Iglesia ortodoxa, metiendo presos a los opositores, impidiendo el desarrollo de un pensamiento marxista. Pero la revolución rusa está en la conciencia profunda, una cosa fue Stalin, su degeneración, y otra fue el eco de una revolución que repercutió en el orden mundial. En estos momentos los únicos que celebran en Rusia la revolución son italianos, mexicanos, argentinos, cubanos, son extranjeros y además de muy distintas opiniones, hay algunos estalinistas, otros trotskistas, otros admiradores de Lenin, pero el eco de la revolución rusa persiste bajo las reformas. Además demostró que los obreros y los campesinos podían no solo tomar el poder sino administrar un Estado enorme.
M.H.: ¿Cuáles fueron las repercusiones de la huelga general en Cataluña?
G.A.: La huelga de Cataluña fue decretada por un sector muy pequeño de izquierda, pero no fue acatada por las grandes organizaciones obreras, ni siquiera por la CNT que es la pequeña o mediana organización de los anarquistas. Yo no creo que haya tenido un enorme eco porque está todo pendiente de las elecciones, donde se presentan separados los separatistas, el partido de Puigdemont que estaba unido con la Izquierda republicana en un pacto “Juntos por el Sí” se presentan separados.
Según los sondeos la Izquierda Republicano recogería más votos que el partido de Puigdemont que entonces dejaría de ser el representante en la Generalitat. Ambos son organizaciones independentistas de derecha. La izquierda independentista es la que más sufre los efectos de la desilusión causada por no haber hecho una resistencia civil. Hay protestas en Cataluña casi todos los días por falta de derechos democráticos y por la extradición de los presos políticos pero no hay plan ni programa ni nada, está todo en función de las elecciones que fueron impuestas por Rajoy y que los independentistas tuvieron que aceptar.
El resultado según los sondeos de la prensa española, dan que los independentistas tendrían mayoría absoluta, aunque sea por una sola banca de diputados: 63 parlamentarios. Habría una caída de los votos del Partido Popular de Rajoy dentro de la derecha españolista y un aumento de los socialistas a costa de la disminución de votos de la izquierda independentista, la CUP perdería votos para la izquierda socialista y un poco también para los independentistas de Izquierda Republicana catalana más a la derecha. El independentismo de derecha, burgués, ha arrastrado a un poco del independentismo de izquierda plebeyo y también a un ala de Podemos, que va unido en este caso con la izquierda independentista.
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