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miércoles, 11 de abril de 2018

Del Destino Manifiesto a la demencia imperial

Trump en Latinoamérica


La llegada de un outsider a la Casa Blanca evidenció unos nuevos elementos del surgimiento del nuevo orden mundial, donde el unilateralismo de los EE.UU. se ve cada vez más amenazado. En este artículo queremos hacer un mapeo general del escenario mundial, regional e interno en el preludio de la primera gira de Donald Trump por Latinoamérica, en específico Perú y Colombia.
Con Donald Trump resurgió aquella teoría del "hombre loco" (Madman) [1] desarrollada en el marco de la guerra de Vietnam, en los años 70, por Henry Kissinger quien era asesor de seguridad para aquel entonces del presidente Richard Nixon.
Dicha doctrina consistía en hacer creer a la contraparte de que los responsables de la administración de EE.UU. no actúan racionalmente ¿Para qué? Para mostrar que Washington puede escalar violentamente sin importar las consecuencias, con el objetivo de someter al contrario en las negociaciones diplomáticas.
Ahora, la administración Trump tiene características semejantes, aunque tengamos en cuenta que las contradicciones en su línea de acción se evidencian de una manera mucho mayor, lo que lo hace incluso menos previsible. Algunos casos emblemáticos son:
1. La política con Corea del Norte, la cual llevaba un curso dirigido por la estrategia belicista de "narices ensangrentadas" [2] hasta que fue contrapuesta por la aceptación de la invitación del líder norcoreano Kim Jong Un a una reunión bilateral.
2. La invitación de Trump a Vladimir Putin para realizar una Cumbre en Washington [3] en medio de la crisis diplomática con ese país, por el "Caso Skripal" donde más de 26 estados miembros o aliados cercanos a la OTAN expulsaron a representantes diplomáticos rusos en medio de declaraciones altisonantes que amenazan escalar la situación.
3. La exaltada retórica anti-china, respaldada con una política proteccionista luego de la firma del memorando que impuso nuevos aranceles por valor de hasta 60.000 millones de dólares anuales, una acción, que muchos han identificado como la declaración de una “guerra comercial” con el gigante asiático e incluso ha generado ruido a lo interno del gobierno norteamericano, temiendo que la contraparte tome una actitud aún más agresiva que las contramedidas que ha aplicado hasta el momento, que constan en gravar más de 100 productos norteamericanos.
Tanto es así, que existe información de que dentro del gabinete estadounidense se está estudiando la posibilidad de abrir unas negociaciones con la contraparte china, [4] ya que los niveles de interdependencia de ambos países son muy elevados y una guerra comercial afectaría sustancialmente a ambos países.
La política exterior de Trump oscila entre la agresividad y la prudencia, prevaleciendo la primera sobre la segunda, sobre todo luego de la serie de cambios realizados en la administración estos últimos meses. ¿Qué tendencia se impondrá en el caso de la política hacia Latinoamérica?
Cambios en la Administración Trump, ¿gabinete de guerra?
La primera gira de Trump por Latinoamérica, se realizará luego de una serie de medidas tomadas para contrarrestar a sus “rivales estratégicos”, como caracteriza a China y a Rusia en su Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) [5] , sin embargo, esta agresividad ha evidenciado unas fisuras a lo interno del gabinete ejecutivo, entre sectores que apoyan la consolidación de la línea guerrerista y los que apuestan por una actitud más cautelosa basada en la dominación a través de su red de alianza de países subordinados a su línea.
Primero vale destacar que a un poco más de un año de la presidencia de Donald Trump, han habido 29 cambios de altos funcionarios, una situación poco común si comparamos ese factor con las últimas tres administraciones que lo antecedieron [6].
De esos cambios, 15 se han realizado este año, entre los más importantes a los fines de nuestro análisis han sido dos: el Secretario de Estado y el Asesor presidencial de seguridad.
Para explicar la razón de porque decimos que en el actual gabinete de Trump, la tendencia más agresiva se está imponiendo, mostraremos las posturas de los funcionarios salientes y las de los entrantes con respecto a dos problemas de la política exterior de EE.UU: Corea del Norte y el acuerdo nuclear de Irán.
Funcionarios salientes: Los globalistas
Comenzaremos con los funcionarios salientes: Rex Tillerson, quien fue secretario de estado y el general H.R. McMaster, asesor presidencial en materia de seguridad. Ellos, junto a James Mattis, secretario de defensa, representan la línea tradicional de la política exterior de los EEUU cuyo cordón umbilical es el globalismo, es decir mantener un orden unipolar a través de redes multilaterales donde el imperialismo encuentre su legitimación en el derecho internacional y en la opinión pública.
Así, la ‘tríada globalista’ apoyó el mantener a EE.UU. en el acuerdo nuclear con Irán y, con excepción de McMaster, apoyaban una salida diplomática a la crisis nuclear con Corea del Norte. De igual manera, estos funcionarios pretendían apaciguar la mencionada doctrina del Madman, a fin de proseguir con una política injerencista convencional que se contrapone a la retórica agresiva que usa Trump actualmente.
Funcionarios entrantes: ¿Halcones de la guerra?
Por otro lado, los nuevos funcionarios que asumieron los cargos, entre ellos, James Bolton, en el puesto de asesor presidencial en seguridad y Mike Pompeo, reemplazando a Tillerson como secretario de Estado y ex director de la CIA, son burócratas de larga data quienes han sido caracterizados por apoyar una línea más guerrerista. A pesar de que durante la administración de Obama, Pompeo era el director de la CIA y Bolton asumía como embajador de los EE.UU en la ONU, también es verdad que se caracterizaban como duros críticos del proceder de la administración.
Específicamente, Pompeo se contraponía a la Casa Blanca en cuanto a la prohibición de métodos de tortura en los interrogatorios y el levantamiento de las sanciones a Irán a cambio de la finalización del programa nuclear, mientras Bolton, también acérrimo crítico de la administración Obama, hablaba de luchar unilateralmente en Siria contra el ISIS para crear un nuevo Estado en el territorio que ocupaba esta agrupación terrorista y luego prepararse para la guerra con Irán [7].
Este último, de la línea dura del establisment, abogó también por bombardear a Corea del Norte para detener su programa nuclear, esta línea de acción fue un punto de coincidencia entre Pompeo y McMaster, conocida como la estrategia de “narices ensangrentadas”.
Sin embargo el conflicto no queda allí, pues se dice que una de las principales tareas de Bolton es reposicionar el sector que fue aislado de la Casa Blanca una vez que el general McMaster asumiera el cargo de asesor de seguridad al suceder a Michael T. Flynn, general retirado, suscrito a la línea conservadora y aliado de Bolton [8].
Así, el controvertido James Bolton buscaría instalar un Consejo de Seguridad Nacional, integrado, en su mayoría por la ‘línea dura’ de las agencias gubernamentales de los EE. UU., activas en esta esfera con el fin de frenar la tendencia globalista y revertir la tarea de McMaster que dirigía la política exterior hacia campos convencionales acompañado por ejemplo de Nadia Schadlow, autora principal del documento de la ESN de la actual administración.
También es importante mencionar que unos días antes de despedir a Tillerson, Trump ordenó recortar el presupuesto a los programas adscritos al Departamento de Estado como lo son, la USAID y el Fondo Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) [9].
Hubo voces que decían que eso significa una “desestructuración” del sistema de “promoción de la democracia” creado por Ronald Reagan por allá por los 80 en Latinoamérica, Eurasia y África, pero muy al contrario, creemos que es un mecanismo para centralizar los recursos y manejarlos de forma más controlada por el Departamento de Estado liderado ahora por Pompeo.
Es preocupante pues el posicionamiento de la dupla Pompeo-Bolton unos meses antes de que Trump haga presencia en Latinoamérica por primera vez. Lamentablemente, la posibilidad de que la administración estadounidense tenga una postura moderada hacia esta región, es cada vez menor.
Latinoamérica en la mira
Acabamos de revisar el escenario interno de la Administración Trump, ahora hagamos una revisión al escenario regional.
Como mencionamos en artículos previos, EEUU se encuentra liderando diversos frentes de acciones contra sus adversarios más importantes, cómo lo son Rusia y China, actores que han podido socavar la política injerencista en Medio Oriente y se encuentran impulsando un nuevo sistema intentando desplazar al dólar como divisa base de las transacciones comerciales [10].
Esta guerra de influencias se expresa a nivel regional en el continente americano teniendo presente que Suramérica y el Caribe han sido la prioridad geopolítica de los EE.UU. desde incluso antes de su conformación como república federal soberana [11].
A partir del sobrevuelo de Tillerson por Argentina, México, Perú y Colombia, comentado por nosotros en un artículo anterior [12] comenzaron a aplicarse una serie de acciones de modo unilateral por parte de países pertenecientes y aliados al Grupo de Lima así como otras acciones en el plano colectivo dirigidas principalmente contra Venezuela.
Acciones colectivas
En el plano colectivo se pueden considerar las acciones casi simultáneas de Guyana, Colombia y Brasil los cuales decidieron aplicar medidas de refuerzo de las fronteras con Venezuela, alegando una supuesta crisis humanitaria por la cantidad de migrantes venezolanos.
Por otro lado, se encuentra el Grupo de Lima, la alianza de varios países de la región cuyo único objetivo es el cambio de gobierno en Venezuela y, quienes luego de la gira de Tillerson, a través de la ministra de asuntos exteriores de Perú, país anfitrión de la VIII Cumbre de las Américas que se realizará el 13 y 14 de abril, declaró que prohibirán la participación del Presidente Nicolás Maduro.
Acciones unilaterales
En el plano unilateral, podemos comenzar mencionando los encuentros que se desarrollaron desde la segunda mitad de febrero, comenzando con la visita de Kurt W. Tidd, comandante del Comando Sur a Colombia. Dicha reunión lo sucedió un anuncio de la USAID organismo adscrito al Departamento de Estado, de desembolsar 2.5 millones de dólares a Colombia por concepto de "ayuda humanitaria" a migrantes venezolanos.
Por otro lado, días después, representantes del Comando Sur de Estados Unidos (EE.UU.), Joseph P. DiSalvo, y la asesora de Política Exterior, Liliana Ayalde, hicieron una visita a Ecuador. Dicho encuentro se produce meses despues de que Thomas Shannon ex subsecretario para Asuntos Políticos del Departamento de Estado, se reuniera con el presidente ecuatoriano Lenin Moreno lo cual pudiese significar un viraje de ese país hacia Norteamérica luego del periodo de la Revolución Ciudadana dirigida por Rafael Correa.
“Culpa de Venezuela”
Estos dos encuentros pueden representar un intento de la administración Trump de reforzar su posición regional, trastocada desde principios del siglo XXI con el acercamiento de Rusia y China a Latinoamérica, promovido por el 'ciclo progresista' donde más de 10 gobiernos de izquierda se articularon bajo la idea común de consolidar la integración regional y reducir la dependencia de la hegemonía estadounidense para lo cual se inició un proceso de diversificación de alianzas con Euroasia, Medio Oriente y África en el marco del relacionamiento Sur-Sur.
Uno de los máximos promotores de esta política ha sido Venezuela que desde el gobierno de Hugo Chávez ha priorizado dos líneas primordialmente: 1. La conformación de diversos bloques en la región que disputan la unilateralidad de EEUU expresada en el sistema interamericano y 2. Diversificar las alianzas con Estados de otras regiones como Europa oriental, Asia y África. Es por esa razón que una de las máximas prioridades de la política de EEUU para Latinoamerica es eliminar desde la raíz al proyecto bolivariano impulsado por Venezuela donde se disputarán en mayo unas elecciones presidenciales.
De esta forma, Trump busca darle un golpe a la mesa, acompañado de más de 500 soldados que pisaran territorio peruano [13] y de esa manera mostrar presencia y “obligar” a sus competidores geopolíticos a retroceder en su zona de influencia que considera como su "espacio vital".
Posibles líneas de acción en la VIII Cumbre de las Américas
Así mismo seguramente EEUU y sus aliados locales buscarán en la VIII Cumbre de las Américas realizar una serie de acuerdos que refuercen las sanciones al Estado venezolano a nivel regional.
Estos acuerdos cumplirán una fusión cohesionadora de los países de la Alianza del Pacífico y Grupo de Río con el gigante del norte, puesto que éste, lideraría una política común contra un “enemigo” único, Venezuela, a la cual, el gobierno de Trump percibe como el máximo exponente de la influencia de China y Rusia
Para el gabinete norteamericano revertir la tendencia hacia un mundo multipolar es una de las principales tareas actualmente, sin embargo, el acercamiento de sus rivales estratégicos sigue avanzando y seguirá en la medida de que los países latinoamericanos busquen alternativas tecnológicas y de financiamiento ante el unilateralismo de los EE.UU. quien se ve cada vez más golpeado por las potencias emergentes.

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