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miércoles, 16 de mayo de 2018

El nuevo gobierno empresarial en Ecuador


Acerca del autorUnidad Debates Económicos
El día de ayer el tablero político en Ecuador volvió a trastocarse a raíz de la designación de Richard Martínez como el nuevo ministro de Economía. No hay vueltas que darle ni eufemismos de “diálogo” o “consenso” que valgan: el nuevo ministro tiene una larga tradición en el lobby empresarial. De acuerdo con la información disponible, fue consultor para la CORPEI (asociación privada de lobby institucionalizado) y director de asuntos económicos y de comercio exterior de la Cámara de Industrias y Producción (CIP). En el año 2012 llegó a la vicepresidencia de la CIP y sólo 2 años después logró ascender a la presidencia de la misma institución. Por si fuera poco, desde 2015 Martínez es presidente del Comité Empresarial Ecuatoriano (CEE), máximo órgano de representación de los gremios y federaciones empresariales en Ecuador. Según información del propio Comité Empresarial, éste representa los intereses de las empresas más grandes del país (30% del PIB). El nombramiento de Martínez como máximo representante de la política económica consolida la tendencia del gobierno de Moreno hacia la entrega el Estado a los poderes empresariales: Eva García, Pablo Campana y Raúl Ledesma, ministros actuales de Moreno, también vienen directamente de esa línea.
Martínez ha jugado un importante rol desde 2014, pujando por un modelo neoliberal sin tapujos. No hay nada que ocultar: él se define como un liberal. Debe entenderse que Martínez remplaza a María Elsa Viteri, quien sólo estuvo dos meses en el cargo y que, aunque venía claramente con un plan de ajuste bajo el brazo, tuvo la “desacertada” posición de defender el cálculo de la deuda pública hecha por el gobierno de Rafael Correa. Evidentemente, la anterior ministra disputó el poder del Contralor General encargado —y los poderes que representa— quien dictaminó que la deuda había superado el techo constitucional, intentando ilegalmente llevar a la cárcel a Rafael Correa. Quien hoy encabeza la Contraloría es el encargado de liderar la maquinaria de persecución que ha implementado Moreno -bajo el manto de la “reinstitucionalidad” del país- y el que, mediante un oscuro oficio del mismo 14 de mayo, destituyó a Viteri por causas poco claras (supuestamente, deudas pasadas con el Estado que impedirían ejercer un cargo público). Así, las élites empresariales han cooptado por completo la política económica del país.
La agenda de los grupos a quienes representa el ministro de Economía está clara. Él y sus asociados lo vienen proponiendo desde hace varios años. Para muestra, enumeramos algunas de las propuestas hechas durante 2016 y 2017:
Las propuestas de la Cámaras de Comercio —“Consenso Ecuador 2016”—, al que Martínez también representa a través del CCE.
Propuestas del Consejo Consultivo Tributario entre gobierno y empresarios en 2017 (liderado por Martínez)
Reducir el impuesto a la renta de sociedades al 15%
Exonerar las ganancias de capital dentro del impuesto a la renta
Eliminación de anticipo de impuesto a la renta
Eliminar el anticipo del impuesto a la renta
Derogación del impuesto a la salida de divisas (ISD)
Restablecer escudos fiscales que están en la normativa (como límites a gastos deducibles)
Eliminar el impuesto progresivo a las personas naturales y sustituirlo por un impuesto proporcional del 15% —clase media pagará más y los ricos menos—
Eliminar los límites a los convenios de doble tributación, conocidos mecanismos que facilitan la elusión tributaria
Reducción del IVA del 12 al 10%
Eliminación del impuesto a la salida de divisas
Eliminación de impuestos ambientales a vehículos y unificación con el impuesto a la propiedad de vehículos
Aumentar los créditos fiscales de la importación (en especial el del ISD)
Derogación del Impuesto a la Herencia
Facilitar y ampliar la devolución de los tributos de importación (“Drawback”)
Eliminación de algunos de los impuestos selectivos a bienes suntuarios.
Derogar el impuesto a le especulación del suelo
Una reforma laboral para reinstalar la flexibilización. Reducir los beneficios por discapacidad, maternidad o asociación sindical. Eliminación de las consideraciones de vejez u orientación sexual del trabajador, aduciendo que todo esto limita la contratación.
Facilitar la devolución de IVA a exportadores
Revisión de las normas contables, que simplifique los trámites y facilite la tendencia mundial hacia la elusión fiscal.
Revisar fórmula del cálculo del ICE, simplificando su esquema
Nuevas reglas macro-fiscales, rememorando los programas de reformas estructurales del Consenso de Washington.
Incrementar los incentivos al turismo, entre los que se propuso exoneración de impuestos a la renta, ISD y devoluciones.
Independencia” de la seguridad social como la primera fase de la privatización
Eliminación de retenciones e incentivos para sectores como el camarón, arroz o construcción.
Restauración del viejo Estado camuflado con eufemismos como “Reforma institucional de la democracia y el bienestar
Eliminación del impuesto de activos en el exterior
Eliminar impuestos selectivos a perfumes
Estas y muchas otras propuestas fueron parte del gran acuerdo que propuso Martínez y aceptó Moreno. Evidentemente, dentro del “diálogo” no estuvieron las altas tasas de interés que cobra la banca o la impúdica concentración del mercado en los oligopolios que impiden cualquier emprendimiento de los pequeños empresarios. Tampoco están en agenda los altos subsidios que recibe el sector empresarial ni la evasión de impuestos. Un diálogo a medida y que sigue teniendo las mismas consecuencias que hace 100 años: subsidios a los ricos financiados con recortes a las prestaciones sociales de los pobres.
Muchas de estas propuestas ya han sido aceptadas por Moreno. No obstante, Martínez seguramente continuará con lo que quedó inconcluso: que el Ecuador vuelva a ser un país de bajos impuestos y con el gasto ajustado por el lado social, fortaleciendo la tasa de ganancia de las élites importadoras. Como se ha dicho en artículos pasados de CELAG, el neoliberalismo en Ecuador ha sido reinstaurado a cuentagotas durante este último año. En todos los frentes, Lenin Moreno se siente cómodo poniendo al Estado de rodillas frente a los poderes; y en materia económica ha sido esquivo y ambivalente, queriendo incorporar silenciosamente un (viejo) nuevo orden económico. Pero hoy, al cumplirse un año de gobierno, da un golpe de timón definitivo, dejando sellada una postura donde no caben más elucubraciones ni grises: Moreno es un neoliberal mesurado. ¿Debe sorprendernos? No. Recordemos que antes de ser vicepresidente de Correa lideró las cámaras de turismo y, en el último año, ha colocado sistemáticamente al Estado en la picota ¿Le ha sorprendido a la izquierda? Sí. Como un camaleón, siempre desconcierta.

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